lunes, 23 de noviembre de 2009

Obrador, presencia incómoda

INSEGURIDAD
24/noviembre/2009

*Defiendo el derecho a su libre manifestación
*Presenta los 10 puntos del proyecto alternativo

Se podrá estar en desacuerdo con Andrés Manuel López Obrador, El Peje, en muchas cosas. Tan solo mencionemos por ahora dos aspectos: como persona y como político. Y como persona se le podrían endilgar muchos calificativos: un agitador, revoltoso, oportunista. Como político: que es un expriista de origen y luego se fue a la oposición; un líder que se aprovechó del movimiento de los barrenderos de Tabasco para llegar a la ciudad de México a hacerse notar caminando por el Zócalo; un exdirigente ciudadano que hizo explotar pozos petroleros en su estado, para venir a la capital y conseguir el apoyo del PRD para sus fines políticos. O todavía más. Que como Jefe de Gobierno utilizó el espacio de simple trampolín político para llegar después como candidato a la Presidencia de la República. Etcétera.
Pero hay muchas cosas que él denuncia y no se le pueden negar. Como que el gobierno de Felipe Calderón está en la silla presidencial sin haber mostrado del todo la legitimidad de su triunfo. Siempre queda la suspicacia de que el propio Peje no solo le disputó la Presidencia, sino que posiblemente hasta le ganó a Calderón. Las mismas trampas que los sistemas político y electoral le hicieron a Cuauhtémoc Cárdenas en el proceso de 1988, que Carlos Salinas de Gortari se encaramó en el poder sin que los resultados de la elección hayan sido suficientemente calificados. Ni entonces (88) no ahora (2006) se abrieron las urnas para hacer el recuento de los votos emitidos, y la suspicacia queda para engordar la historia los fraudes electorales de este país.
Muy sencillo. Ni en su momento Cárdenas, ni en el último caso Obrador, le han sido útiles al sistema de poder en México. Por eso no los han dejado ganar el poder Ejecutivo. Y, en cambio, se han montado dos presidentes que en su momento se han legitimado sólo de facto, por la vía de los hechos. Más no por un proceso electoral limpio y transparente. Aquél con el golpe de timón a La Quina, el llamado quinazo; éste con su invento de “guerra” contra el narcotráfico y el crimen utilizando al Ejército para combatirlo en las calles. Más un artilugio para meterle miedo a la sociedad con los militares a la vista.
El caso es que —decía—, de El Peje podrá decirse todo lo que se quiera. Pero nadie le puede retirar su derecho a protestar desde el momento en que se juzgó en la penumbra —por no decir la “sombra”— el proceso electoral del 2006. Nadie le puede quitar su derecho a protestar en contra del presidente Calderón por el presunto fraude y por muchas razones más. Es —y no— un simple mexicano a quien, como a todos, no se les puede incautar su derecho de libre manifestación y de expresión de las ideas. Así sea por el fraude o por los errores en la conducción del país. Porque la libertad de expresión ganada es para todo. No que para unos asuntos sí y para otros no; para unos personajes sí y para otros no. Tabula rasa.
El hecho de que esté haciendo manifestaciones públicas continuas —recuérdese el plantón de Reforma y Av. Juárez, hasta el Zócalo en demanda del “voto por voto”—, marchas, mítines y todo tipo de protestas ante las instancias de gobierno, no le resta el kit a la denuncia. De lo contrario, no tendría motivo para salir a las calles ni seguidores para su movimiento. Llámese como le llame. Así sea autonombrado, o que la gente lo haya reconocido en asamblea multitudinaria, como “presidente legítimo de México”. Etcétera. Como tampoco se le puede denostar porque reclama el mutis de los medios de comunicación. Principalmente la televisión. Ni la manipulación de lo que sea, porque lo hacen a su antojo.
Aparte. Muchas —la mayoría— de las denuncias públicas que Obrador emprende sobre el sistema político y social del país, así como a la estructura que avala al verdadero poder tras el trono, son justificadas. Su libro sobre el Fobaproa no carece de verdades; es una denuncia pública del mayor fraude a la nación orquestado desde el poder, en su momento por el presidente Ernesto Zedillo, y que paga el pueblo. Las denuncias de que unos cuantos empresarios son los que manipulan a su antojo presidentes; de que no pagan impuestos como se debe y de que trabajan y se comportan como una auténtica mafia organizada, tampoco están descabelladas.
Pero incluso, El Peje, hará afirmaciones que no tengan suficiente fundamento, pero no hay quien se le ponga enfrente y le diga que se equivoca. Ni siquiera cuando en su momento coincidió en televisión para debatir al polémico Diego Fernández de Cevallos, éste no pudo contener sus críticas. Es verdad que se queja porque los medios le hacen el mutis. Pero no solo eso. Lo cierto es que comentaristas, columnistas y locutores, lo descalifican sin mayores argumentos. Lo tratan de todo. Menos de lo que es: un mexicano como otros que tiene su derecho a manifestarse en contra de lo que sea que a cada quien le parezca que funciona mal y el porqué.
Podré no estar de acuerdo con él, pero defiendo su derecho a la libre expresión de sus ideas. A que diga lo que tenga que decir. Así vaya en contra del sistema. Así sea para criticar al presidente. Así vaya en contra de la estructura de poder de este país. Así sea para denunciar las pésimas condiciones de vida en que subsiste más de la mitad de la población. Así sea para manifestarse por la libertad de expresión. Etcétera.
Por ahora, ahí están sus 10 postulados para elaborar, lo que para él es “el nuevo proyecto alternativo de nación”. Muchos le seguirán. Es claro que estará presente, casi del modo que quiera, en la contienda presidencial del 2010. Pero dependerá de los candidatos de otros partidos, particularmente del PRI, que tengan la capacidad o no de triunfar convenciendo a los votantes por encima de lo que El Peje diga y representa.


Correo: sgb33@hotmail.com, http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo, exdirector del periódico El Día.

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