lunes, 23 de noviembre de 2009

Carstens vs. los Nobel

INSEGURIDAD
22/noviembre/2009

*La fuerte recesión de México
*Política económica de improviso

Como dice el refrán: la verdad no peca pero incomoda. Y el titular de Hacienda de México, Agustín Carstens Carstens, está en su papel como defensor de la política económica del gobierno de Felipe Calderón, pero en el caso del desmentido al economista Joseph Stiglitz no le asiste la razón. Y no la tiene, porque los efectos de la crisis en México son simplemente desastrosos. Por dónde le busque, por la caída del PIB o por el aumento de la pobreza, por la falta de un proyecto de nación y de una política eficaz para el crecimiento del país.
El cuento es que pegaron, y fuerte, las declaraciones del Nobel de Economía 2001, de que México ha tenido uno de los peores desempeños en el mundo para abatir la crisis. Y ni modo que el economista no sepa lo que dice, y tenga que “leer un poquito más”. O desconozca argumentos como los que esgrimió Carstens, de que al país le pegó la caída del mercado petrolero y que por ello sufrió un “golpe estructural”. Ocurre que esa ineficiencia en el manejo de la crisis refleja también la ineptitud del propio titular de Hacienda. Y del mismo presidente Calderón. Por eso Carstens se defiende como gato bocarriba.
En vía de mientras, y por si fuera poco, ahí están también los datos que proporciona la CEPAL en su informe Panorama Social de América Latina 2009, que confirman el desastre. Pero igualmente, la opinión reciente de otros economistas sobre la situación del país.
El pasado 20 de octubre, por ejemplo, el Nobel 2000, James J. Herckman, expresó que la economía mexicana está sobrerregulada, es lenta y con alta dependencia del petróleo. También dijo que la “política del amiguismo” permitió la proliferación de muchos monopolios que han elevado los costos y el retraso en el crecimiento del país; se trata del período privatizador que inició a mediados de los años 80, con De la Madrid —el expresidente que ahora se desmiente solo por presión del sucesor.
Otro economista, el Nobel 2003, Robert Engle, el 23 de septiembre pasado se pronunció en contra del alza impositiva, porque “no es la solución para impulsar el crecimiento”. Menos en un entorno de crisis económica. Y, sobre el mismo tema, aseguró: “Es una solución equivocada, no es el momento indicado para aumentar los impuestos en México, ya que hay muchas cosas que se pueden hacer para impulsar la economía”. Mientras México incrementa la carga tributaria, otros países la reducen para reactivar la economía, remató. Y a eso contribuyen también los legisladores, con todo y que ellos no reduzcan sus ingresos —porque la austeridad es para la casa del compadre— ni las percepciones de los partidos. Que para eso es la partidocracia.
Como lo refirió recientemente también The Economist, para quien México será una de las economías que “más sufra por los efectos de la crisis internacional. México está en el fondo de los 50 países que mide la revista, y para los analistas “el PIB de México caerá 7.1 por ciento en 2009”. Así que ni es de ahora, ni es una declaración desinformada la de Stiglitz, según lo cataloga el titular de Hacienda, Agustín Carstens.
Contrario a lo que recién declaró el flamante secretario, cuando con motivo de la discusión presupuestal se hizo el occiso sobre la presunta quiebra de los municipios. El sábado 15 de agosto pasado, en Cuernavaca, Morelos, anticipando “bursatilizar” el fondo correspondiente a los estados del país del Fondo de Estabilización, para “multiplicar sus recursos para finales de este año” y allegarles mayores dineros (¡sic! y re contra ¡sic!), a la pregunta del posible colapso de los ayuntamientos respondió Agustín: “…Yo espero que no, aunque no tengo plena información de la situación de cada uno de los ayuntamientos”. La prensa recogió el dato como desinformación del titular de Hacienda y no salió a desmentir sus palabras. Por lo mismo, es más probable que Carstens esté desinformado sobre lo que le ocurre a la economía mexicana, o que no tenga un balance de los alcances de la ausencia de una política anticrisis para el país, a que Stiglitz no sepa lo que dice.
Especialista en temas internacionales, y no sólo de EU o de la economía mexicana, ya el 9 de junio de 2008 anticipaba que la economía de EU estaba pasando por una ralentización, “muy probablemente una recesión”. Y agregó: “Es factible que se trate del peor bajón del último cuarto de siglo, mucho más serio que unas simples medidas correctivas. La crisis afecta al sistema financiero, que es el corazón de la economía”. Y agregó: “EU es todavía la economía más grande del mundo. Una caída de EU afectará a todos los países y, por supuesto, a algunos más que a otros. Los países que, como México, son muy dependientes de EU para sus exportaciones serán los más afectados”.
Así, con todo y las advertencias sobre los posibles efectos de la recesión de EU, los economistas del gobierno, como los miembros del gabinete ligados al tema que incluyen al propio Carstens y a Guillermo Ortiz del Banxico, no se hizo nada. Al contrario, el “catarrito” le derivó en fuerte recesión a México, sobre todo porque no hubo una política económica contra la crisis. También porque “no se invirtió lo suficiente en educación e infraestructura” (JS, 25-agosto-2009, en El Comercio, entrevista con Oppenheimer).
Por eso la verdad incomoda, por las fallas propias de operadores que de manera irresponsable no hicieron a tiempo su trabajo; como tampoco se podría esperar del mismo Felipe Calderón, que no sabe ni para qué es la silla ni cómo se gobierna un país tan importante como el nuestro, menos como se hace una estrategia para contener la debacle que “vino de afuera” y a todos agarró en la luna. Y eso que el propio presidente se ha dicho seguidor de Stiglitz. Qué tal si no lo fuera. Ni se diga de las consecuencias que midió recientemente la CEPAL, un tema para otra reflexión.


Correo: sgb33@hotmail.com, http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo, exdirector del periódico El Día.

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