martes, 10 de noviembre de 2009

El modelo inútil

In-Seguridad
11/noviembre/2009

*Calderón va contra todo lo que estorba
*Engañosa, la propuesta antimonopólica

¿Por qué un gobierno en un país cualquiera sostiene un modelo económico? Porque funciona. Y no se diga de los órdenes político y social. De lo contrario, se abandona o se le hacen los ajustes pertinentes. Eso es entendible en algunos países como Chile, y otros. Por ejemplo: Venezuela, Brasil, España, Argentina, Perú. En los propios Estados Unidos y Europa. En muchos casos no hay cambios de fondo, pero sí ajustes al rumbo. En donde sea que el modelo no funciona, y los gobiernos detectan la inoperancia, los acuerdos son inevitables. Ya sean de rumbo o cambios de fondo.
Cualquier presidente o dirigente de un país se atreve, por el bien de todos—incluidos los empresarios que poseen los recursos para hacer las inversiones pertinentes y crear empleos—, hacer cambios. Menos en México. Es tal la miopía del gobierno en turno, que el poder presidencial sólo se usa para hacer negocios de familia. Es la postura de los gobiernos del Partido Acción Nacional. Así pasó con los herederos de la señora Sahagún, porque el presidente Vicente Fox portó la banda sólo con el traje, más no con la investidura.
Felipe Calderón está empecinado en las reformas que faltan: laboral, fiscal, educativa y ahora agrega, la de telecomunicaciones. Pero las neoliberales, estilo Salinas. Ayer arremetió en contra de los monopolios. Pero solo a conveniencia, y no como se lo plantearía un gobierno interesado en socializar la riqueza nacional acumulada en pocas manos (como por ejemplo, la estatización de las empresas energéticas en Venezuela o Perú, etc.) Porque, como si Calderón no supiera, los países comandados por las inversiones de los capitales se fortalecen al grado que monopolizan alguna rama o sector de la economía. Los monopolios crecen a oligopolios y luego se trasnacionalizan; más en este mundo globalizado.
Pero es claro que Felipe Calderón y sus colaboradores, van sobre los sectores que les interesan. Así ocurre con la energía eléctrica. Atrás de la desaparición de LyFC está la empresa española WL Comunicaciones, que se apropiará del negocio de la fibra óptica, con dos fuertes socios de activismo panista. Las licitaciones de CFE para este fin son un hecho. Con el golpe anticonstitucional orquestado al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el operador Javier Lozano va tras otros sindicatos, para “limpiar” el camino de estorbos. El educativo no les interesa, porque de entrada no tiene qué privatizar, y a la educación no le apuestan. Tampoco golpearán a la dirigente del CNTE, Elba Esther Gordillo. Menos el sindicato de petroleros, porque es igualmente fuerte, e intocable por ahora.
Pero el aviso de Calderón, ayer en el foro “México, Cumbre de Negocios”, que se realizó en San Pedro Garza García, Nuevo León, el municipio más rico de México, como que: “No habrá más competitividad si no hay más competencia en el país. Y en ese sentido, las reformas que debemos emprender son para eliminar barreras de entrada, que generen voluntaria o involuntariamente prácticas monopólicas en los mercados relevantes y que impidan verdaderamente la competitividad y la productividad en la economía”. Llevaba línea para pegarle a quien monopoliza, con el 90 por ciento, el sector “telecomunicaciones”, Carlos Slim.
El propio Slim no lo vio así. Aunque lo dijeron en sus barbas. Porque lo que quiere el gobierno es desbaratar el monopolio de Telmex, para volverlo un sector más “competitivo”. Para poderse meter en el negocio se requiere “eliminar la barreras que generan prácticas monopólicas en ese relevante mercado”. El argumento es que eso traerá la competitividad y elevará la productividad, pero lo cierto es que le quieren quitar a Slim el negocio de las telecomunicaciones. Y no estaría mal, si lo que esconde es todavía peor: acabar con los trabajadores del ramo por la mala, como lo están haciendo con los electricistas del SME.
Por eso el planteamiento de Calderón y su gobierno es tramposo. Van a tratar de hacer extensiva la estrategia aplicada contra el SME a otros sindicatos; el impedimento para golpear, negociar o privatizar las correspondientes empresas. Tan engañosa propuesta, como su pretendido crecimiento de la economía hacia el final del sexenio, como dijo Calderón, “a niveles del 5 por ciento del PIB”. ¿Con qué alcanzará ese crecimiento? Otra tomadura de pelo, como la otra que anunciaba “el fin de la recesión”. Que nadie tomó en serio.
Por eso, en dicho foro no sólo el empresario Slim insistió en que frente al colapso económico “el PIB se va a desplomar”. Agregó: viene el mayor desempleo de los últimos 30 años. La quiebra de muchas empresas de todos tamaños. Cierre de comercios. Y la caída del PIB “va a ser muy fuerte”. “Hay que prepararse para prever y después no estar llorando”. Sin pretender “catastrofismo”, es la verdad. Con todo y que sea un empresario que vea por sus intereses. Como lo criticaron Lozano y otros.
Pero, insistió el empresario: “Hay que fortalecer la economía interna, hacer valer la rectoría del Estado, y la mejor manera de reducir la pobreza no para por la caridad (de Solidaridad), sino por la creación de empleos. No se trata de sacrificar generaciones… No hay buena política económica sino hay desarrollo, distribución del ingreso y empleo”. Lo dijo Slim, y él ve por sus intereses. Cierto, pero es la verdad. Y el gobierno no la ve. O no quiere.
Todavía el empresario Roberto González Barrera, de Gruma y Banorte, fue más explícito: “El sistema mexicano está agotado, y ha producido pocos resultados en los últimos 25 años, con un crecimiento económico muy bajo y poca generación de empleos. El país necesita sostenerse por lo menos 20 años con tasas de crecimiento de entre 5 y 7 por ciento… y las recientes medidas fiscales aprobadas por el Legislativo son transitorias y deben estar sujetas a una revisión”. Porque no lograrán lo mínimo.
En pocas palabras, la exigencia es: un cambio de modelo económico, político y social que el gobierno de Felipe Calderón no hará. Se olvida que los riesgos generan incertidumbre y más in-seguridad. Por eso, desde aquí un llamado: los empresarios, como factor de poder, deberán convocar a un Foro Nacional Incluyente —y no sólo de “negocios”— para consensar propuestas y presionar al gobierno hacia los cambios. ¡Al fin que los políticos dependen de los empresarios para el financiamiento de las campañas!
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*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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