martes, 10 de noviembre de 2009

El abrazo de Guaymuras

IN-SEGURIDAD
2/noviembre/2009

*Acuerdo para el retorno de Zelaya al poder
*Honduras, cerca de la paz y la reconciliación

Luego de varios días de negociaciones, el llamado “Acuerdo Tegucigalpa—San José—Diálogo Guaymuras”, recogió el consenso entre las partes otrora irreconciliables, para el regreso del depuesto presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales al poder. Deja el gobierno el golpista Roberto Micheletti Bain, quien ha usurpado el poder en Honduras desde el 28 de junio a la fecha. “El solo hecho de reconocer (Micheletti) la necesidad de retornar los poderes del Estado al 28 de junio, significa un triunfo para la democracia hondureña”, expresó Zelaya. Y agregó: estamos optimistas porque los hondureños podemos llegar a acuerdos que se cumplan, y significa que los gobiernos de facto serán una experiencia que no se repetirá en Honduras.
De seguir adelante el acuerdo político recogido en ocho puntos y suscrito por las partes (falta nada más el aval del Congreso Nacional), como en todo, tendrá ganadores y perdedores. Será un triunfo para el pueblo hondureño y una derrota para el gobierno de facto de Micheletti. El pueblo gana la tranquilidad, porque vienen las condiciones para una mayor estabilidad política, el restablecimiento del designio popular y la normalidad necesaria para las elecciones del próximo 29 de noviembre. Gana también, con la restitución, el presidente electo Manuel Zelaya.
Pierden muchos: Roberto Micheletti —en primer lugar— y la derecha que lo apoyó, las Fuerzas Armadas que reprimieron a la población y el poder legislativo que le tomó protesta, los medios de comunicación afines y la gente que lo acompañó por esa oscura e interesada aventura. Pierden todos porque han sido obligados a negociar y abandonar el poder, gracias a la movilización y al repudio popular, al activismo político internacional del propio Zelaya y a la condena unánime de instituciones y países del mundo. Por eso también cedió Micheletti. Porque la situación se le tornó insostenible, en todos los terrenos.
No obstante, la determinación final depende del Congreso, con el “abrazo de Guaymuras” (gesto compartido por Zelaya-Micheletti) lo peor de la crisis se está remontando. Ahora a los legisladores les corresponde, previo resolutivo de la Corte Suprema de Justicia, definir el regreso de Zelaya al poder. Todo indica que así será. Pero, como en todas partes, del plato a la boca se cae la sopa. No obstante, los congresistas saben que de ellos depende la estabilidad político-social.
Sin embargo, de acuerdo con Arturo Corrales, representante y negociador de Zelaya, “los diputados han dicho, el 14 de octubre, que iban a respaldar lo que nosotros (la comisión de gobierno) les recomendáramos que consulten”. Falta verlo. Con todo, hay que restablecer la institucionalidad: “La decisión que tome el Congreso Nacional, asumió el mismo Corrales, deberá sentar las bases para alcanzar la paz social, la tranquilidad política y la gobernabilidad democrática que la sociedad demanda y el país necesita”. Ayer se entregó la petición al Congreso.
En el camino está el compromiso de las partes de vigilar que se cumplan los ocho puntos de lo convenido. Los temas pendientes de la agenda. Entre ellos, el designar a un “gabinete de unidad y reconciliación”, o de consenso entre las partes. Eso le toca decidir a los protagonistas del asunto: a Zelaya y a Micheletti. O lo que llaman un gobierno de unidad y conciliación nacional, sin solicitar una “amnistía política” porque para ello se investigará desde el propio gobierno lo ocurrido en los últimos cuatro meses; desde el golpe hasta la restitución.
Otro punto, la renuncia por Zelaya para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente —la “cuarta urna” en las elecciones venideras—, o a reformar la Constitución en lo irreformable (sic). El reconocimiento de las partes de las elecciones generales y el traspaso de gobierno a quien, o quienes, resulte triunfador. La creación de una comisión de vigilancia para que verifique el cumplimiento del acuerdo. Y solicitar la normalización de las relaciones internacionales con Honduras.
Sobre el Ejército, un tema importante, el gobierno de facto dispuso: “Estoy poniendo a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestra Policía, a la disposición del Tribunal Supremo Electoral para garantizar el libre ejercicio del sufragio”, dijo Micheletti. Las elecciones tocan a la puerta, el próximo 29 de noviembre; y el pueblo hondureño deberá estar listo para sufragar. Para vigilar el proceso estarán, también, los observadores internacionales conforme la OEA y los EU. Por cierto, como reconoció Zelaya, “la secretaria Hillary Clinton, (Thomas) Shannon, Dan Restrepo (asistente de Obama), y el embajador Hugo Llorens han jugado un papel fundamental clave”.
El respeto de los resultados será, desde luego, el toque final de este asunto para obtener la paz. Sólo así se logrará la pacificación derivada del caos creado por los golpistas. Podrá decirse entonces que, nuevamente, estará ganando terreno la democracia en Honduras. Y por supuesto en América Latina. No obstante, una experiencia que dejará una importante lección para muchos: la lucha de un pueblo y de su presidente, que juntos demuestran que sí se puede derrocar a un usurpador del poder, como ocurrió con Roberto Micheletti.
Todavía Zelaya hace un llamado a sus seguidores: “Le pido al pueblo que tenga calma, porque restituir un gobierno que ha tenido el impasse de un gobierno de facto tiene todo un proceso, primero hay que hacer un calendario que se hará esta semana, luego llevarlo al Congreso Nacional”. De quien depende ahora avanzar para lograr la institucionalidad y la normalidad en Honduras. El Congreso tiene la palabra.
___
Correos: sgb33@hotmail.com, sglezbriceo@gmail.com
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario