martes, 10 de noviembre de 2009

EU, la coladera norte

IN-SEGURIDAD
22 de octubre de 2009

*Autoridades coludidas con el narcotráfico
*Atender el problema: atacar los flujos millonarios

Resulta increíble —y en gran medida no— que Estados Unidos, el país que se preocupa o dice ocuparse más ahora, desde el arribo de Barack Obama a la presidencia, por su seguridad interna—la política de la seguridad nacional—, aliente, tolere o permita que las autoridades federales, estatales o municipales, militares y de la frontera, que están para vigilar o ejercer la ley en materia de control de los flujos de droga u otros productos ilícitos por el lado sur, la frontera con México, estén coludidos o sean parte de las mafias.
Los cañonazos de miles de dólares procedentes de las bandas del crimen organizado, alcanzan para los bolsillos de aquellos jefes policiacos, sheriffs, que tienen por encomienda vigilar la frontera de un país —más la de México y desde que ocurrieron los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York, para impedir el arribo de “terroristas” a sus ciudades— para, se supone, impedir el ingreso de la droga en sus distintas presentaciones que trafican los narcos mexicanos hacia allá.
Pero no de gratis, el de EU es el mercado más grande del mundo, con el mayor número de bandas organizadas coludidas para ello, y con eso el del mayor gasto per cápita destinado a la compra para el consumo interno. Y las redes no son tan controladas como ocurre, y las mismas estadounidenses lo exigen, de este lado de la frontera.
Y el hecho de que el presidente del Comité Permanente de Inteligencia de la Cámara de Representantes de ese país, Silvestre Reyes, así lo admita no hace más que provocar indignación porque, por un lado, no se vale que un presidente como Felipe Calderón haya iniciado una guerra entre mexicanos con el fin de acabar con el crimen organizado (a sabiendas de que no lo va a lograr; sino al contrario, ha generado un ambiente de criminalidad en todo el territorio donde se disputan las bandas criminales y no sólo en el “paso del norte”); y por el otro, los mismos EU no pongan remedio al tráfico ni a la entrada como tampoco la venta de armamento de todos calibres, que viene a dar a los jóvenes pertenecientes a las bandas organizadas de mexicanos.
El representante Silvestre Reyes, es un experto en asuntos de la franja limítrofe porque durante 26 años se desempeño como funcionario de la Patrulla Fronteriza, habló dando crédito a la información de un medio mexicano importante, El Universal, cuyos reporteros recorrieron por sus límites la frontera sur de EU, a fin de detectar por dónde están las fallas en la vigilancia y el control de los flujos de la droga. Lo peor: lo que confirmaron los reporteros es la colusión de autoridades que, como dijo el mismo Reyes, no sólo compran —los miembros de los carteles— policías o militares en ese país, “también puede comprar expertos en explosivos”; gente que sabe utilizar bombas y alta tecnología.
Además de “pandilleros que se disfrazan de militares o policías y utilizan vehículos camuflados”, con el peligro que eso implica tanto para confundir al enemigo como para cometer infracciones como el secuestro en afectación directa a la sociedad. Los empresarios principalmente, como está sucediendo en Ciudad Juárez, son víctimas de bandas como esas.
En otras palabras, que el riesgo puede ser mayor, tanto por esta información como porque en México hay una declarada —aunque fallida— lucha contra el crimen organizado desde el poder del Estado con las Fuerzas Armadas patrullando calles, bajo la orden presidencial directa, en ciudades no sólo fronterizas sino del interior del país.
Pero es como tirarle leña al fuego. El cúmulo de autoridades que participan en los ilícitos del otro lado de la frontera, contribuyen a generar el ambiente de violencia y negocios ilegales de ambos lados, EU-México. A todo ello es muy fácil decir, desde lejos como se aprecia, que el mismo Reyes asegure que “los carteles no están ganando la guerra”, refiriéndose a México; pero el caso es que los muertos los está poniendo México, precisamente, en una batalla perdida por el gobierno federal (6 mil 18 ejecutados hasta antier, tan solo en 2009).
Y ni el supuesto mayor intercambio de información entre órganos e inteligencia de ambos países, ni la Iniciativa Mérida (tema importante y digno de análisis propio) van a resolver el problema, por la sencilla razón que a nadie le interesa resolverlo. Felipe Calderón dice que quiere resolverlo, pero se aventó la tirada de sacar al Ejército a las calles para combatir a las bandas de narcotraficantes y del crimen organizado, pero no lo está haciendo con una estrategia. Simplemente envió al Ejército al matadero. De haberlo hecho con inteligencia, habría comenzado por indagar los flujos de depósitos en los bancos, tanto mexicanos como del extranjero, incluyendo los paraísos fiscales. Pero no. Lo más fácil, acciones de relumbrón que no le han funcionado.
Lo peor, no hay cooperación de parte de las autoridades del vecino país, como no la hubo de los expresidentes Bush padre e hijo, y no la habrá del actual Obama, pese a las exigencias de intervenir y cooperar desde ambos gobiernos. Pero los EU tampoco lo hacen porque gran parte de las ganancias que reditúa el negocio de muerte, como lo es el narcotráfico, van a parar a las arcas de sus bancos. Así es que si de verdad se quisiera atacar a las bandas de delincuentes, lo primero que debía hacerse es controlar sus flujos de recursos. Pero no lo hacen porque representan millonarísimas ganancias. Por eso, porque hay autoridades de todos los niveles de gobierno en el negocio, sigue corriendo sangre y seguirán los dimes y diretes.
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(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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