martes, 10 de noviembre de 2009

Los muros de Berlín y México

In-Seguridad
10/noviembre/2009

*Los muros son realidades del imperio
*De la ignominia, el de México-EU

Siendo todavía candidato a la presidencia de Estados Unidos, Barack Hussein Obama, de visita por Alemania el 24 de julio de 2008, en Berlín lanzó un discurso con la siguiente idea: “Los nuevos peligros que afronta el mundo del siglo XXI son muy diferentes a los de la Guerra Fría, pero no menos exigentes y ante los cuales no cabe la división… Ninguna nación puede vencer esos retos por sí sola. El único camino es derribar muros y tender puentes”.
Estaba lanzándole un guiño a Alemania, el corazón de Europa, pero demostrando al mundo también —como sucede hace muchas décadas—, que el interés de EU sigue siendo conservar aliados para mantener su presencia como imperio avasallador, quien en todas partes se apropia por la fuerza de lo que necesita para reproducirse como tal. Pero como todos los poderosos, pide la solidaridad de los demás, sin comprometerse a repartir los beneficios.
Es el caso del invento llamado “guerra contra el terrorismo”, de George Bush, un títere de los “halcones” miembros de su gabinete, que para la apropiación de los pozos petroleros de Irak y los campos de amapola de Afganistán, movilizaron al ejército más grande del mundo e hicieron la guerra para explotar ambas fuentes en su beneficio. Lo contrario sería que Obama retrocediera en la política heredada para disminuir el número de soldados en Irak y pensar lo mismo en el caso de Afganistán. Pero ni lo uno ni lo otro.
Al contrario, todavía analiza ceder a las presiones internas de enviar los 40 mil soldados que hace todavía dos días le recordó su general George Casey —el jefe de personal del ejército— para reforzar a los 68 mil que ya están en Afganistán. A fin de “aminorar el éxito de los talibanes”; es decir, para no seguir como van: perdiendo esa guerra fratricida. Sólo que los jueces que otorgan los Nobel le dieron a Obama la cachetada con guante blanco al otorgaron el Premio Nobel de la Paz 2009, aún sin merecerlo pero obligándolo a no seguir alimentando la violencia en esos países invadidos por su antecesor republicano.
Es verdad que los retos que enfrenta el mundo en el siglo XXI son muy diferentes a los del siglo XX; sobre todo en la segunda mitad con la llamada Guerra Fría. La confrontación pasada entre los dos grandes bloques de países, cuando el mundo estaba dividido entre socialistas y capitalistas, condujo al peligro de una guerra de exterminio. Más, cuando Estados Unidos dio muestras en Japón de que la división del átomo era posible utilizarse para construir bombas altamente destructivas —Hiroshima y Nagasaki, de triste memoria—, cerrando así la II Guerra Mundial y erigiéndose como el imperio triunfante de esa conflagración.
Recuérdese que gran parte de la reconstrucción de Europa al final de la guerra, se hizo con el apoyo y las inversiones de los capitalistas de EU, ya prestando recursos para levantar de nuevo la infraestructura, ya vendiendo directamente los materiales de uso en las nuevas edificaciones. Adinerados y banqueros gringos amasaron fuertes cantidades por este concepto. Es decir, los EU no sólo ganaron la guerra sino que también se beneficiaron durante la posguerra con el proceso de la reconstrucción.
Con arranque del siglo XXI, EU ha sostenido su guerra contra el terrorismo. Y no obstante tratarse de un fenómeno asociado al proceso de reproducción del sistema de rapiña del capital, que arrebata los recursos naturales de otros países —pésele a quien le pese y muérase quien se muera—, y en este caso sólo para los capitales gringos; todavía se da el lujo de pedir solidaridad, porque “ninguna nación puede por sí sola”.
Como lo expresó Obama ayer en su mensaje a los alemanes con motivo de la celebración del 20 aniversario del derrumbe del Muro de Berlín… “Mantengamos encendida la luz de la libertad en las noches más oscuras de la tiranía”. Y agregó: “El destino del ser humano es lo que nosotros queramos”. O como dijo también la secretaria Hillary Clinton: “No hay muro que no podamos derribar”. Y aseguró: “Hay que trabajar para llevar adelante la democracia y los derechos humanos, y derribar los muros del siglo XXI”.
Discursos de coyuntura, desde luego, porque dicen afuera lo que no aplican en su propia casa. Porque en el interés muy particular del imperio de los EU, geopolítico y geoeconómico, está seguir adelante con la edificación del “muro de la ignominia” de la frontera con México. Fue la “operación guardián” de 1994, lo que dio inicio a la construcción del muro. Y se sigue haciendo pese a las protestas. No obstante que el gobierno mexicano de la última década no ha hecho lo suficiente para detener la ofensa.
Y todavía no hace tanto tiempo, el entonces embajador de EU en México, Tony Garza, dijo que no hay comparación del Muro de Berlín con el que se construye entre estos “vecinos”. Es más, expresó, la crítica del gobierno de México es “excesiva, irresponsable y casi siempre equivocada”. Y agregó: “No hay ningún derecho humano de ingresar a otro país en violación de sus leyes”. Negando la historia y olvidando que no sólo su país como imperio en ciernes se apoderó de amplias zonas territoriales de México, sino que los mexicanos que acuden allende las fronteras son mano de obra noble, trabajadora y eficiente, que por unos cuantos dólares se ponen al servicio de los capitales de su país, ya sea en el campo o en las ciudades. Garantizando con ello enormes ganancias, más que ingresar para “violar sus leyes”.
Pero son los imperios los que ponen las condiciones. Como si al resto de países no les quedara más que acatar sus designios. Por eso, más en el contexto de la celebración de la caída del Muro de Berlín, las palabras de Obama y Hillary, suenan más a farsa.
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*) Sociólogo. Exdirector de El Día.

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