martes, 10 de noviembre de 2009

CNDH, cambiar para seguir igual

IN-SEGURIDAD
8/noviembre/2009

*Senado, la elección partidista
*Soberanes, el continuismo

Raúl Plasencia Villanueva, fue electo el jueves 5 por el Senado de la República, como el nuevo ombudsman nacional para los próximos cinco años, en segunda vuelta por 78 votos a favor —76 corresponderían a las dos terceras partes necesarios—, contra 32 de Emilio Álvarez Icaza, su más cercano competidor. José Luis González Pérez, el otro de la terna, obtuvo sólo 2 votos. El proceso de selección duró algunas semanas, que sirvieron para que las comisiones unidas de Derechos Humanos (presidida ésta por Rosario Ibarra de Piedra), Justicia y Estudios Legislativos del Senado de la República oyeran las propuestas de 27 de los 33 candidatos registrados.
Plasencia Villanueva tomará protesta el martes 10 de noviembre. La gestión de José Luis Soberanes Fernández al frente de la Comisión concluyó el pasado 29 de octubre, pero sigue fungiendo. A juzgar por el currículum de Plasencia, el abogado con grado de doctor es un especialista. Y conoce todavía mejor las funciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), las trabas y vicios al interior —¿las componendas?—, así como los pendientes. Porque desde 1999 estuvo al frente de la Segunda Visitaduría General y, desde 2005 asumió la Primera, hasta que (sin renunciar) compitió por el cargo. Como tal, ha sido hombre de todas las confianzas de Soberanes. Y, por lo tanto, sucesor ideal en la CNDH, para el “padrino” y los promotores. Así, tan pronto apareció de la casona de Xicoténcatl el “humo blanco”, el Senado ya estaba siendo cuestionado, por varias razones. La primera es que la elección de Plasencia fue una designación, no tanto votación. Con línea y todo. Porque el interés general quedó fuera.
Por ejemplo, a las asociaciones civiles u ONG de derechos humanos, pese a ser oídas, no pasó de ahí. Para la mayoría, por el desempeño, los resultados y la autonomía, el mejor candidato era Álvarez Icaza, ex ombudsman del DF. Se dijo que éste tuvo el aval de 530 organizaciones civiles, en tanto Raúl Plasencia contó con el apoyo de 531 AC y que González Pérez (ex fiscal caso Colosio) con 58.
La verdad es que el asunto se partidizó. A Plasencia se le relaciona con el PAN, a Icaza con el PRD y a González con el PRI. Por eso ganó Raúl Plasencia. Porque fue un triunfo del PAN. Y así, de Felipe Calderón, del “continuismo” de Soberanes y en perjuicio de los derechos humanos. Mal para un organismo autónomo, como debe ser la CNDH, en estos tiempos de tamañas violaciones. Más ahora que el Ejército husmea en las calles y pueden suceder cualquier tipo de cosas. Igual que las policías federales y locales, hacen de la suyas con el pretexto de combatir al crimen organizado.
Recuérdese que desde la reelección de José Luis Soberanes, se ha cuestionado su parcialidad por su relación con el presidente Felipe Calderón. El solo ejemplo de Zongolica es denigrante para la CNDH. Un caso que arrastra la institución y a los mismos operadores. Entre ellos el propio ombudsman ahora electo. Soberanes defendió a capa y espada la tesis presidencial, para no implicar a militares del ultraje, de que la indígena veracruzana Ernestina Ascensión Rosario pudo fallecer de “muerte natural” el 27 de febrero de 2007.
La anciana de 73 años, padeció “por la pobreza tan lacerante en la que vivió” (dijo Soberanes el 19/4/07). Más no “porque los militares se le echaron encima”, como alcanzó a decir la mujer antes de morir. No obstante fue una aseveración muy inicial sobre el caso, sin mayores elementos Soberanes la firmó apresuradamente en un “Informe final”. Una tesis que sostuvo siempre. Por la fuerte conmoción del caso, la noticia causó impacto nacional e internacional. Y Plasencia con Soberanes. Mencionado, “el primer visitador ha emprendido un esfuerzo mediático para negar lo afirmado por su titular”, dijo en su momento Pedro Montalvo Gómez (16 de abril de 2007), legislador por la Sierra de Zongolica. Lo que no dijo, fue que las declaraciones de Plasencia eran para ablandar un poco la postura de Soberanes y lavar otro tanto la imagen de la Comisión. No así en solidaridad por la causa de la indígena vejada. Era la defensa de la tesis de Calderón a toda costa. Así se pisoteara la verdad, o sostener una tesis altamente cuestionada.
Con el juicio presidencial a cuestas, a Soberanes se le acusó de “cerrar filas con el gobierno de Felipe Calderón”, y agravar la “crisis de credibilidad que enfrenta” la CNDH, y todos con ella. La condena fue unánime. Tan sólo el 17 de mayo del mismo año, organizaciones civiles y defensoras de los derechos humanos calificaron de “emblemático” el caso (Raúl Ramírez, el presidente de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos de BC).
Pero los favores se pagan, y bien. Ese año de 2007 la CNDH recibiría más de 700 millones de pesos, un “presupuesto mayor al que un organismo de defensa de derechos humanos haya tenido no sólo en México sino en todo el mundo”. Así, asuntos como este y otros pendientes, como San Salvador Atenco, Pasta de Conchos, Lázaro Cárdenas y Castaños, Coahuila, tendrá que responder el nuevo elegido por el Senado.
Por lo mismo, el proceso de elección fue calificado de “simulación”, por Rosario Ibarra. Porque Raúl Plasencia representa el “continuismo” de Soberanes. A ver, entonces, cómo responde el nuevo ombudsman al peso que carga. Cómo acercará más la Comisión a la gente, sin antes limpiar la casa. Cómo ejercerá la autonomía de la institución. Y, otra cosa. A ver cómo el Senado le explica a la sociedad y a las ONG, cómo fue que si entre los 33 candidatos también se registraron ocho mujeres, ninguna figuró en la terna final de la contienda. Acaso fue para dar continuidad a la discriminación.
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(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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