martes, 10 de noviembre de 2009

Basta de complacencias

IN-SEGURIDAD
5/noviembre/2009

*Nadie tiene propuestas de fondo para cambiar al país
*Sólo quieren sacudirse la culpa del paquetazo fiscal

En la clase política y el gobierno están de fiesta, aunque se dicen inconformes. Pero entre ellos, nada más. Tienen el paquete fiscal que querían, aprobado con todo el procedimiento de ley. Todos la querían, hoy pocos la reconocen. Ninguno de los responsables quiere llevar a cuestas el costo político de su miscelánea fiscal. Buscan cómo lavarse (¡la conciencia!) las manos y hasta se muestran, ahora sí, propositivos. Pero tratan de dorar la píldora a la gente. Justificaciones, nada más.
Hay de todo: desde el presidente Felipe Calderón, legisladores panistas-y-priistas, perredistas, líderes partidistas, gobernadores, voceros de la iniciativa privada y otros. Salvo al gobierno, la ley fiscal (mejor dicho: Ley de Ingresos 2010) a nadie dejó contento. Bueno, eso se presume ahora. Pero de ser así no la hubieran aprobado como lo hicieron en el Congreso los legisladores de todos los partidos y en ambas cámaras, por mayoriteo.
Por eso ahora le temen —todos los responsables— a las reacciones generalizadas que provoque en la sociedad semejante trastorno impositivo el año que viene. Con un costo más alto de la vida, habrá una paga mayor de gravámenes. Con menor creación de empleo al interior de las familias, más cobros por parte del fisco. Unos generan el boquete fiscal y todos lo pagan.
El problema es que, como siempre, la población sí carga con el mayor costo, porque el gobierno no hace lo propio. Ni en materia de aplicación de recursos fiscales para resolver los problemas; tampoco en el renglón de austeridad, o recortes en gasto corriente. Lo que hace lo aplica de manera desproporcionada o desigual.
Por ejemplo, Felipe Calderón ejerce el presupuesto como quiere. Mete todos los huevos en una canasta, en la de su interés. Le sigue apostando al combate el narcotráfico aumentando los recursos para las dependencias encargadas del rubro. Según los datos del Informe de las Finanzas Públicas al Tercer Trimestre del año, para Seguridad Pública, la Sedena y para la PGR el presupuesto creció el 35 porcentual, durante los nueve primeros meses del 2009, con respecto al mismo periodo del 2008. Tan sólo la SP tuvo un crecimiento anualizado del 49.2 por ciento. En general, muy por arriba del aumento de recursos para la Secretaría de Desarrollo Social, cuyo uso pronasolero (al más puro estilo salinista, claro) aumentó sólo en un 25.1 por ciento. Y el problema es ese, que no se aumenta parejo ni conforme a las necesidades. Sino a las suyas, nada más. Estamos hablando de Calderón, quien tampoco vigila los aumentos en gasto corriente al interior de sus propias oficinas; entre sus empleados(as) que quieren ganar como funcionarios de altos vuelos. Porque a los secretarios no les llegan los recortes.
Pero eso sí. Ahora el propio presidente anda de plácemes diciendo que fue positiva la carga fiscal aprobada en el Congreso. Es “positiva la aprobación del paquete fiscal… (porque) a México se le acaban los márgenes de maniobra que la permitan ser una de las naciones con más bajas tasas de recaudación mundial”. Y su partido también. Para Josefina Vázquez Mota, no es tiempo de echarse culpas encima sino de trabajar para avanzar “en una reforma hacendaria integral”.
Igual propone —¡hasta hoy!— Calderón, “a los actores económicos, políticos y sociales de México!”, a “empresarios, legisladores, gobernadores y actores sociales”, a que se abra un debate nacional para obtener una política fiscal de largo plazo, que defina la ruta del crecimiento económico y el empleo. Un verdadero pacto nacional que defina la ruta de la economía que permita acelerar el crecimiento. “Entendiéndonos lo habremos de lograr”.
Pero habrá “entendimiento” sólo si se plantea el problema precisamente al revés. No es la reforma o la política fiscal de largo plazo la que defina la ruta del crecimiento sino todo lo contrario. Es el proyecto económico, el modelo de desarrollo de país el que conduzca a la reforma hacendaria y fiscal correspondiente. O como lo bien refiere el rector de la UNAM, para no confundir con la postura de la IP. José Narro dijo ayer que el modelo de organización nacional “ya dio lo que podía, ya no nos sirve ni para vernos hacia afuera, no resolver los problemas hacia adentro”. Por eso es necesario avanzar en “la refundación de la República”.
No como lo entiende la iniciativa privada. Para quienes el modelo económico no falla, sino los políticos. Como expresó ayer Armando Paredes del, CCE, al hacer un llamado para la reforma del Estado, que la ven sólo como la aplicación de las reformas neoliberales que según ellos siguen haciendo falta: la fiscal (recaudatoria), laboral (como la ley Lozano) y educativa (competitiva). La reforma del viejo modelo económico, que no es la reforma integral del Estado que se ha planteado por el resto de los sectores, y no sólo el privado. Y todavía Paredes pide que los políticos asuman los costos de una reforma profunda. Pero su propuesta va en el sentido de las falsas reformas estructurales de Salinas-Zedillo.
De este modo, en tanto las propuestas no vayan más allá de una “reforma fiscal integral” (Vázquez Mota), del “parche de la coyuntura” (IP), de “discutir la política fiscal de largo plazo” (Calderón), de una “convención nacional fiscal” (Beltrones), una “propuesta de reforma tributaria” (Coparmex), una profunda reforma fiscal con visión federalista” (Paredes), o “modificar los lineamientos de coordinación fiscal” (Baeza y Padilla, gobernadores de Chihuahua y Sinaloa, respectivamente), le seguiremos apostando al estancamiento y la pobreza, a la crisis económica y a la ingobernabilidad. A que el país se nos deshaga entre las manos. Algo que nadie quiere. Basta de complacencias. Hagamos algo por la refundación de la República.


Correos: sgb33@hotmail.com, sglezbriceo@gmail.com
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario