lunes, 23 de noviembre de 2009

CEPAL, la punta del iceberg

INSEGURIDAD
23/noviembre/2009

*Ejercicio del poder con fines privados que destroza
*Informe 2009, México con mayor índice de pobreza

No hay que rascarle tanto, para descubrir lo que hasta de las apariencias brota de las condiciones de deterioro a que están conduciendo a los mexicanos, la víspera del 2010, los gobiernos del PAN que encabeza desde la Presidencia, Felipe Calderón Hinojosa. Con todo y que es el último de la cadena, hablando del poder Ejecutivo y del partido en el poder, porque lo cierto es que el ejercicio de gobierno desatinado corresponde tanto al Partido Acción Nacional en los últimos dos sexenios, como el Partido Revolucionario Institucional, sobre todo en los aciagos años 80 y 90, para no hablar de los 70 años que mantuvo el control del ejercicio presidencial.
El 2000, año de elección y de relevo partidista, creó la esperanza de que las cosas podrían cambiar con el arribo al poder de un gobierno de “alternancia”, pero el desencanto y el descontento no se hicieron esperar. Más pronto que tarde la presidencia de Vicente Fox cayó en la parálisis y en la desatención de los problemas. La toma de decisiones de gobierno quedó dispersa en la medida que fue perdiendo los hilos del ejercicio mismo de la presidencia, a manos de otros factores de poder que llenaron los huecos desde las gubernaturas de los estados priistas y con la presencia de unos poderes fácticos cada vez más fuertes.
Está claro que el asunto de la conducción de un país no es un problema simplemente partidista, como lo ha venido haciendo especialmente el PAN durante los últimos dos sexenios. La gobernabilidad implica el ejercicio de un régimen apto para satisfacer las necesidades de un pueblo en todos los sentidos. Primero es la legitimidad del gobernante ganada a la luz del voto popular. Luego viene el reconocimiento, previa autoridad moral para el ejercicio del poder, necesario para realizar el proyecto que convenga para la resolución de los temas más urgentes del Estado como tal.
Pero el ejercicio del poder en los términos de la constitucionalidad que rigen la vida institucional, da cabida al buen equilibrio de todos los poderes existentes dentro de dicho Estado; así como a los consensos necesarios para la conducente y reproducción acertada del mismo Estado. Con todo y en el caso mexicano, la responsabilidad la tenga en sus manos un sistema presidencial muy sui géneris.
Por supuesto que son los tiempos, y las demandas sociales de cada época, los que enmarcan las necesidades más urgentes y determinan las acciones pertinentes de los gobiernos para encontrarles solución. Pero en un sistema de gobierno cuyos preceptos están determinados por el interés particular, incluso por encima de la propia institucionalidad y de la constitucionalidad establecida, las necesidades de carácter general son pospuestas en aras de prometer logros mayores.
El sistema de gobierno en México responde a intereses muy específicos, de carácter privado todos. Por eso mismo surgen problemas de gobernabilidad y credibilidad que repercuten en el ejercicio del poder y en el cuestionamiento de las decisiones de los gobiernos, sean panistas, priistas o de cualquier otro partido, porque no hay exclusiones —ni siquiera en los partidos que se clasifican como de izquierda.
El modelo de desarrollo económico y político de los últimos 30 años en México, ha generado condiciones extremas de desigualdad en lo que se refiere a la distribución de la riqueza. Unos cuantos hombres extremadamente ricos, contra una mayoría exageradamente pobre. De ahí sigue una fuerte concentración de los ingresos generados, que polariza en extremos muy similares a los causantes del alzamiento revolucionario de 1910. Hoy lo confirma la CEPAL.
La primera Revolución Social del siglo XX ocurrió en México por condiciones de vida en extremo deterioro, bajo un régimen que también, como ahora, respondía a intereses particulares. No fue una revolución como la de otros países —como la “de Terciopelo” o de “los Claveles”; bajo circunstancias distintas, claro—, la Revolución Mexicana (RM) de 1910 surgió para luchar en contra de la desigualdad social (presencia extranjera en rubros clave y reparto de la tierra) y para abatir un régimen autoritario como el de Porfirio Díaz. Además de lograr márgenes primarios de libertad y democracia.
Ciertamente que, insistiendo, las condiciones son muy diferentes, pero ahora como ayer las causas son similares. Y los escenarios de antaño como ahora no son muy diferentes. Es decir, también hay ciclos que recogen demandas sociales similares, y a eso hay que poner atención con acciones de gobierno y no con pésimos discursos. Hoy no se están tomando las decisiones adecuadas para asegurar —como lo sostiene el presidente Calderón con motivo del 99 aniversario de estallido de la RM— que se pueden emprender “cambios pacíficos con intensidad revolucionaria”.
Máxime que ahora, la inercia de los 10 (1810, 1910, 2010), recoge la humillación la fuerte desigualdad y la pobreza generalizada que lastima. Ahí están los datos de CEPAL que lo confirman. México es el país latinoamericano con el mayor crecimiento de la pobreza, la indigencia y la desigualdad en la distribución del ingreso en 2009. Pero el problema no es de ahora. “La verdad es que a partir de 2006 (es cuando) empiezan otra vez a deteriorarse las cosas”, dijo recién Alicia Bárcena, la secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina, al presentar el “Panorama Social de América Latina, 2009”.
El porcentaje de mexicanos en situación de pobreza crecerá a 38.8 porcentual, del total de la población. Es decir, que ¡afectará a 41 millones 252 mil 873 personas! Lo cual representa en el año un aumento de 4 millones 252 mil 873 personas. Prácticamente la mitad de los 9 millones de toda la región latinoamericana. Apenas la punta del iceberg. Renglón aparte el aumento de la indigencia y de la pobreza extrema.
En tanto los ciclos del capital son eso: “ciclos”; las reacciones sociales pueden volverse tales: “revoluciones”. Apenas comenzaron las celebraciones y conmemoraciones (desde los gobiernos) de los ciclos del 10 (1810, 1910), no esperen los gobiernos al despertar del “México bronco” para buscar resarcir la justicia y la democracia que no tiene en el 2010. Más nos vale.


Correo: sgb33@hotmail.com, http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo, exdirector del periódico El Día.

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