viernes, 26 de febrero de 2010

Sigue la amenaza financiera

INSEGURIDAD
26/febrero/2010

*La superexplotación como remedio
*Empleos, con pérdida de derechos

La profundidad de la crisis financiera que encabezan los Estados Unidos y afecta a todo el mundo capitalista/imperialista —y principalmente a México, por su dependencia económica—, no se ha aquilatado todavía por los propios especialistas en el tema. Y no se ponen de acuerdo, no porque estén faltando los datos para un buen diagnóstico médico, sino sobre todo porque la crisis no parece haber tocado fondo y el paciente no está listo para la cirugía. Pero además hay un problema adicional mayúsculo, el sistema no se puede deshacer del cáncer que le está causando la destrucción: el propio sistema financiero, que resulta ser altamente especulativo, pero forma parte dé.
Con todo y se están ofreciendo ya algunos indicadores clave que anticipan una leve —por incipiente— recuperación durante 2010, el problema está irresuelto porque no se sabe aún cómo enderezar al propio sistema financiero, encabeza de la perversión sistémica. Es decir, que en tanto no haya medidas que atiendan al sector de las finanzas internacionales, principalmente de EU, tampoco se puede augurar que todo marcha bien. Al contrario. La economía real puede mostrar efectos regresivos, de caída como en 2009; es decir, consecuencias nocivas en el curso del presente año todavía. O pequeñas crisis recurrentes en los siguientes años, sin que aparezca un periodo de crecimiento en el largo plazo.
¿Por qué? Está visto que las medidas de transferir recursos públicos (o de las finanzas públicas) a los bancos como lo ha hecho el presidente Barack Obama, está resultando completamente insuficiente. Dinero tirado a la basura. Al igual que las tibias sugerencias hechas por el propio Obama a los banqueros, para que no arriesguen tanto en la dirección de sus inversiones. Porque llevan al país al punto de la catástrofe. Pero eso no les importa a los banqueros, y las buenas intenciones no funcionan. Es decir, que no habrá salida alguna al problema, hasta en tanto no se apliquen otro tipo de medidas.
¿Pero cuáles? Aquí es en donde —como dice el dicho— la puerca torció el rabo. Porque, se sostiene, no habrá una salida permanente —y por tanto de recuperación sostenida de la economía estadounidense primero, y mundial después (y mexicana igual)—, hasta en tanto no se apliquen políticas a fondo. Pero ese es precisamente el dilema. Y aquí difieren los economistas. Es frente a este panorama en dónde se ponen en juego los conocimientos, incluso de los premios Nobel en Economía. Pero no sólo los economistas, también las propias teorías, las corrientes de pensamiento y las escuelas económicas no saben qué ni el cómo. Ni para explicar, tampoco para proponer.
Por ahí se ha mencionado ya, tibiamente por cierto, que las “herramientas tradicionales” están agotadas y que no funcionan. Lo dijo el economista estadounidense, orgánico del sistema y Nobel-1998, Paul Krugman recientemente. Y sugiere, como se lo expresó al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, se deben adoptar “medidas más drásticas” como el “incremento de la productividad y la inversión en innovación”.
Pero aquí hace falta, todavía, señalar un tema importante antes de seguir. En este sistema capitalista/imperialista, ninguna crisis del tipo que sea que afecte a las economías, al dinero de los bancos o al sistema financiero en su conjunto —como en este caso— es absorbida nunca por los causantes de dichas crisis. Esto es, que el sistema se reserva para su retroalimentación, mecanismos para socializar las pérdidas. Para que las crisis sean pagadas por todos menos ellos, o lo mínimo.
El sistema financiero se vale del Estado y de todas las herramientas que éste pone a su servicio —como la política económica, monetaria, del tipo de cambio y fiscal— para salvaguardar los intereses económicos y financieros de los grandes inversionistas, ya sean del tipo nacional o extranjero.
Es decir, que si bien dicho sistema maneja una gran cantidad fondos, como colocación de deuda y bonos, y el respaldo lo obtiene de la colocación de deuda de las empresas vía la inversión en bolsa, cualquier falla es trasladada a la sociedad quien acaba pagando todo. O casi. Y los gobiernos se prestan para eso. En México sobran los ejemplos: rescate bancario, Fobaproa-IPAB, rescate carretero, etcétera, que se llevan cerca del 75 por ciento del gasto público del Estado año con año.
Retomando el hilo. Todavía falta aportar otros elementos para el análisis. Pero por ahora bastará con uno más. En el fondo de la dinámica del capital (del sistema capitalista/imperialista que se rige por la ganancia extrema o ultraganancia) está la cada vez mayor explotación de los creadores de valor. Es decir, los trabajadores generadores del valor-trabajo o plusvalía que luego se convierte en dinero y quienes resultan cada vez menos remunerados.
En otras palabras, por un lado la extracción de mayor valor expresada en la sobreexplotación (“mayor productividad”, dice Krugman; plusvalía absoluta y relativa, diría Marx. Lo que no es más que intensificar y prolongar la jornada laboral) de los trabajadores. Pero por otra parte, la caída paulatina de las percepciones salariales, expresada como pauperización del trabajo en aras de la obtención de un mayor rendimiento al capital y por ello de mayores ganancias.
Pues sí, estamos en los territorios de la teoría del valor. El mejor hilo conductor para comprender las contradicciones del sistema capitalista/imperialistas que ahora está en crisis en su parte financiera, y que sólo pretende salir exprimiendo mayormente a los trabajadores, los auténticos creadores y reproductores del valor de aquellos capitales que luego se creen muy independientes del sistema, especulan y lo corroen al grado de la destrucción. Se trata de lo señalado por el propio Marx, en el sentido que el sistema de superexplotación del capital lleva en su seno las contradicciones de su propia destrucción.
Entre tanto, el problema radica, precisamente, en que una acelerada extracción de valor implica exprimir más intensamente a la mano de obra (y abaratarla), y con ello presionar hacia la pérdida histórica de los derechos sociales y laborales de los trabajadores asalariados. La profundización de problemas ligados con el empleo —desempleo y subempleo—, cuyos índices no se recuperarán en los países del capitalismo/imperialismo, ni en los subdesarrollados como México, seguido de la desarticulación del movimiento obrero y sindical. Es la amenaza financiera.

Correo: sgb33@hotmail.com

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