martes, 2 de febrero de 2010

Contener la inseguridad

INSEGURIDAD
31/enero/2010

*Responsabilidad primera del Estado
*Mayor, el impacto social del problema

De unos cuantos años para acá, en nuestro país la violencia que deriva del crimen organizado se ha convertido en un problema generalizado, con afectación a todos en su vida cotidiana. En ciudades grandes, medianas y en el campo también. Amenaza para unos más que para otros. No obstante, es urgente encontrarle soluciones. Porque las medidas del gobierno actual no funcionan. No ofrece resultados, aún con el uso del Ejército. Al contrario, cada vez pareciera que los hechos de sangre ya no causan estrago alguno en la sociedad, cuando llenan las planas de los diarios como nota roja y son tema cotidiano de comentaristas en radio y televisión. Eso es lo preocupante.
Los muchos hombres que aparecen diariamente víctimas en las calles de las grandes ciudades, o en parajes aledaños, no víctimas de agresiones del fuero común —como falsamente lo refirió el titular de la Secretaria de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ante el Congreso— sino producto del activismo y la penetración que ha alcanzado en la estructura social el crimen organizado, son de inquietar al más indiferente. Porque nos afecta a todos.
Lo peor del caso. Resulta que la gran mayoría de los crímenes cometidos quedan impunes, porque la autoridad competente o bien incumple sus funciones de prevenir el delito e investigarlo —cuando lo hace no cuenta con el apoyo ni el respaldo suficiente—, o mal ocurre que está coludida en gran medida. Y no puede ser juez y parte. Olvida que no está para eso. El problema de la infiltración de las corporaciones policiacas tampoco es asunto menor.
La violencia generada en los últimos años por estos medios, está afectando y trastocando ya los índices mínimos de la convivencia en nuestra sociedad, como ha sucedido lamentablemente al corroer otras como la italiana o la colombiana —por citar dos casos—, cuya tranquilidad se ha resquebrajado en diferentes momentos afectada por este tipo de actividades ilícitas. No obstante que en ambos países se ha logrado revertir. Pero no con medidas frágiles, ni simplistas, como se está haciendo ahora en México. Sin una estrategia bien diseñada y claramente definida. Que ataque el fondo del asunto.
La reyerta entre bandas de narcotraficantes a lo largo y ancho del territorio nacional, está cobrando muchas víctimas. Eso se vierte a los medios de información, y de ahí a la conciencia colectiva. La afectación es porque en cierto momento pareciera como si formara parte de la cotidianidad, porque se asocia o integra con otras formas de expresión como los tradicionales corridos.
Con un tema así, escribiendo “con el rigor del reportaje” y “analizando una realidad tan poliédrica como el narcotráfico”, sobre la violencia y la cultura del narcoterrorismo, es que el investigador Juan Villoro llama la atención de la amenaza que representa precisamente la narcocultura. Un fenómeno que sólo se da cuando ha infiltrado al grado de considerarse como parte de la cotidianidad. Pero es terrible amenaza. Así, Villoro escribe que “hay una cierta cultura del narco en la calle, en los informativos, en las canciones (con los narcocorridos), que pueden dar una cierta apariencia de normalidad a lo que en ningún modo debe serlo”.
Y es verdad. Por reflexiones como esta es que el escritor mexicano recibirá un merecido reconocimiento en España. Nada menos que el Premio Internacional de Periodismo Rey de España. Pero vale la pena insistir, porque el problema merece algo más que llamar la atención sobre estos peligros que afectan lastimosamente a la sociedad. Un asunto, no obstante, que no es catalogado lo suficiente por el gobierno mexicano.
Porque ni la violencia, ni la adaptación o esa suerte de integración a la sociedad del activismo del crimen organizado, puede verse nunca como un asunto normal. Más bien es un problema de magnitud fatal. Y por grande que sea el miedo que atacar el problema, debemos estar ciertos todos que siempre hay muchas acciones pendientes. Medidas para cambiar las circunstancias. Para no dejarse llevar por la inercia de semejante anormalidad.
Debe hacerse todo lo que esté al alcance. Pero lo que el gobierno federal actual no entiende es que debe convocar a la sociedad a participar. No lo ha hecho hasta ahora. A rediseñar la estrategia. Incluso si de ahí se deriva que el Ejército siga en las calles porque no haya de otra. Pero debe ser una definición colectiva e incluyente. Con aspectos como el involucramiento y la capacitación seria de los corporativos policiacos. La indagación de los circuitos financieros del dinero, el lavado en los negocios ilícitos, etcétera. Para el diagnóstico debe escucharse a las voces de la sociedad civil que padecen de cerca el problema. Los luchadores sociales de Ciudad Juárez que son ninguneados, cuando ellos viven el problema en carne propia.
Pero eso es precisamente lo que el actual gobierno no entiende. O no quiere por no aceptar que está fallando. No obstante que ya está decidiendo relegar a los militares de la lucha frontal, precisamente en la ciudad fronteriza que en 2009 quedó catalogada como la más violenta del mundo, por tantas víctimas que cobró la delincuencia organizada, en Juárez.
Así, quien debe dar los primeros pasos para redefinir la estrategia es el gobierno. Porque es responsabilidad del Estado garantizar la seguridad de los ciudadanos, como la parte fundamental del mismo. Repensar el papel que están haciendo las instancias policiacas, y sus mandos. Los ministerios públicos y los jueces; el sistema carcelario, como parte integral para resolver el problema.
La agresión que sufrió el futbolista uruguayo del club América, Salvador Cabañas, que ha pegado hondo en la conciencia colectiva, puede bien ser un ejemplo de la impronta nacional. Porque se trata de un hombre que, por su desempeño en el deporte y la forma como fue agredido, está causando la indignación general. Sea o no víctima del crimen organizado, aunque todo apunta para allá. Pero como él hay muchos más, víctimas que son agredidos a diario. Por eso urge la redefinición, porque la sociedad sigue siendo amenazada.

Contacto: sgb33@hotmail.com

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