martes, 23 de febrero de 2010

Los focos rojos

INSEGURIDAD
24/febrero/2010

*La amenaza de la permanencia
*Llamado urgente de la sociedad

La cabeza de la hidra. El narcotráfico está amenazando de manera creciente a la sociedad mexicana. Fenómeno de mil facetas. Los encabezados principales de los diarios ya parecen de nota roja. Y salvo que el problema no se toque directamente, la inseguridad es tema cotidiano de conversación entre la gente, pero sobre todo de la mayor preocupación. Problema con múltiples vertientes. Todos hablan de la amenaza y de las vivencias cercanas, propias o de algún miembro de la familia.
Así surgen las voces más disímbolas —sobre todo las que forman opinión púbica—, de protesta tanto para condenar el flagelo como para encender los focos rojos al Estado para que haga algo. Pero pronto porque urge. ¡No sea que la sociedad se acostumbre a la violencia y a los escenarios de crueldad, al grado de ser vistos con atisbo de normalidad! Porque hacia allá vamos. ¡Y cuidado con eso! Porque de acuerdo con la tendencia actual, esa es una probabilidad muy alta.
Es decir, que mientras no se haga algo diferente a lo emprendido hasta ahora, hacia allá conduce la estrategia antinarco aplicada por el Estado mexicano. Y el gobierno es el principal responsable. Luego de tres años, la batalla resulta infructuosa, o cuando menos insuficiente. Sin embargo el consenso es que el gobierno ha emprendido una “guerra” que a estas alturas más bien ha fallado. Y aún así el propio gobierno no reacciona porque se empecina en hacer más de lo mismo. Pero está claro que para enfrentar al monstruo debe enderezar la estrategia, porque el flagelo es el mayor causante del clima de inseguridad que se padece en casi todo el territorio nacional.
Porque el fenómeno va in crescendo en lugar de retroceder. Y está a su vez creando un ambiente de violencia continua. Y eso cimbra porque amenaza la estabilidad social. Es la inestabilidad como constante. Porque crea zozobra permanente. Por eso la urgencia de enmendar todos los esfuerzos. Y esa es una responsabilidad del gobierno federal.
Cierto que no puede solo. Aunque eso lo venga reconociendo apenas hace días. Y por eso está tratando de pedir la colaboración de la sociedad para enfrentarlo. Al menos eso dijo Calderón en Ciudad Juárez. Pero como que tampoco lo hace muy convencido. Y, o no lo está haciendo por los canales adecuados o no quiere el apoyo. Pero cuidado con más equívocos porque el país ya no está para más errores. Porque de plano se requiere la confianza de la gente. Y ganársela es parte importante de la solución del problema. A estas alturas ya no basta con reconocer las faltas, se tienen que enmendar.
No obstante, el gobierno debe saber que atender el problema de la inseguridad social es ahora impostergable. Luego aplicar las medidas necesarias bajo consenso social es más que urgente. Y sin el mayor retraso. Porque cualquier atraso, es desaprovechar días que resultan cruciales para defender la seguridad y contrarrestar la violencia.
Si en un primer momento el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas decidió sacar a los militares a las calles para justificarse. Mejor dicho, como golpe de timón para legitimarse dada la tan cuestionada elección del 2006, por lo que el competidor Andrés Manuel López Obrador le andaba pisando los talones, al menos por ahora ese asunto está superado, aunque no esté olvidado. Mal que bien a Felipe Calderón se le reconoce ya la investidura de ser el presidente de México.
Esa es una de las críticas que ha recibido porque no hay otra justificación de sacar al Ejército de sus cuarteles (¿o acaso para la militarización del país, pero con qué otro motivo?). La otra es que son muchos aquellos quienes demandan que se atienda el problema porque amenaza con el desbordamiento al grado de lo incontrolable. Es decir, lo meramente intolerable se ha quedado atrás. Y para la sociedad el problema se está convertido en un asunto de vida o muerte.
Así lo demandan las propias Fuerzas Armadas, y la iniciativa privada también; los pronunciamientos de algunos partidos, otros tantos políticos, gobernadores y algunos legisladores. Pero sobre todo, a partir de los pronunciamientos de la sociedad civil organizada, todos juntos están encendiendo los focos rojos por la creciente inseguridad.
Para el general Guillermo Galván, el Ejército no puede seguir de manera permanente en las calles. Porque los soldados no han sido preparados para hacer funciones de policía. Lo dicen todas las voces. Pero eso lo ha interpretado el gobierno como que se quiere dejar manos libres a los narcotraficantes. Para nada. Apenas ayer se lo recomendó el ex presidente colombiano (90-94) César Gaviria Trujillo a Felipe Calderón. Enfrentar el narcotráfico con un carácter militar, tiene que ser algo transitorio y no permanente. “Esa no es la solución al problema”, dijo el ex mandatario a quien le correspondió enfrentar al flagelo en su país en los días más álgidos.
El Ejército en su conjunto, no está preparado para esa batalla. “Hay que hacerla con grupos de élite, con control judicial, con mucho más inteligencia humana y electrónica, y el ejército no es eso”. Apuntó Gaviria. E hizo más recomendaciones. Pero no sólo extranjeros, también mexicanos se han pronunciado por cambiar la ruta de combatir al flagelo.
La iniciativa privada se ha pronunciado porque en tanto no se atienda el problema, el “riesgo país” aumenta, y eso merma las inversiones (con todo y que muchas de ellas no sean productivas, sino especulativas o de bolsa). Hay sectores de empresarios que ya quieren armar a sus propios grupos de choque. Pero hay más pronunciamientos de los más diversos sectores. Pero no obstante se entiende, eso es demasiado peligroso porque es como si cada sector de la sociedad se hiciera justicia por sus propias manos. Eso es el caos, cuando no la anarquía total.
La sociedad juarense se cansa de llamar la atención sobre el problema. Pero ya es un dilema nacional. Y la amenaza va más allá de darle vueltas al asunto. Hay que ponerle soluciones.

Correo: sgb33@hotmail.com

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