miércoles, 3 de marzo de 2010

Síndrome de inestabilidad

INSEGURIDAD
04/marzo/2010

*De la narcopolítica a la narcoviolencia
*Impunidad + corrupción = perversidad

Hay días que de plano desbordan en información. Al grado que los acontecimientos no permiten un análisis mínimamente concienzudo. Digamos, para medir las causas y las consecuencias. Otro tanto, para tomar o proponer las medidas pertinentes. Y ojalá fuera para anunciar las “buenas nuevas” como país. Por ejemplo, en materia de desarrollo. O para hablar de las propuestas al cambio del modelo económico, la actualidad del sistema político mexicano (porque las propuestas de reforma política presentadas hasta hoy se quedan cojas), del esquema electoral, el de procuración de justicia, el apoyo a la cultura o, incluso, en el sistema de seguridad. Tantos cambios que requiere México en estos momentos. ¡Pero no!
El problema es que las noticias se superponen para anunciar puras pésimas nuevas. No se diga en el peor de los lastres que estamos padeciendo en los últimos tres años los mexicanos: el de la inseguridad pública. Es el problema derivado del negocio de las drogas y del crimen organizado en el país —en unos estados más que en otros—, lo que crea la mayor zozobra. Lamentable. Pero así es, desde que en México los carteles dejaron de ser cadenas de enlace entre los colombianos y el principal mercado consumidor en Estados Unidos, para convertirse negociantes dueños de todas las fases del negocio millonario y global.
Porque ante este clima de violencia los demás problemas parecen enanos. Pero son igualmente complicados y resultan inatendibles. Por ejemplo, el empleo. Durante los últimos ¡25 años! el país ha crecido en promedio a tasas que rayan en el 2 por ciento apenas (2.1 para ser exactos). Cuando necesita tasas de crecimiento del 6 por ciento como mínimo. Sostenido para salir de la debacle. Y los empleos creados durante este periodo han sido malos. Algunos datos: entre 93 y 99 se crearon 6 millones 199 mil. De esos, 63.1 por ciento sin prestaciones de ley alguna, y 17.18 por ciento tiene un salario inferior al mínimo legal. Pero además la oferta resulta nada, comparada con el millón 300 mil empleos que demanda el mercado laboral anualmente. No digamos los “compatriotas” que se van en busca de oportunidades al mercado de EU (11.2 millones de entre 1983 y 2008).
Pero este es tan sólo uno de los tantos problemas creados, y resultado de la aplicación de la política devastadora del neoliberalismo a la mexicana. Los demás asuntos siguen complicándose al paso de los años. Y nada cambiará en tanto no cambie el modelo de desarrollo. Pero en eso no se ocupa la clase política de este país. Como tampoco lo hacen los panistas desde el gobierno federal.
Hasta dónde. Dos conductas que están muy presentes, se han convertido ya en un lastre extremadamente perverso: la corrupción y la impunidad. Porque ambas se han desbordado al grado que amenazan la estabilidad social, la gobernabilidad y hasta la seguridad nacional. Más ahora que EU se queja de su “seguridad”, porque la violencia en la frontera con México aumenta a raíz del problema del narcotráfico. Ayer Anthony Placido, de la DEA, advirtió ante el Congreso de EU que los cárteles del narcotráfico reflejan una creciente amenaza al Estado de derecho y la estabilidad regional. Cierto. Lo que no dijo, pero se entiende, es que su país estaría dispuesto a “colaborar” en el marco del Plan Mérida para intervenir en México.
Ya se sabe que EU no hace lo que debería con el problema. Porque es insuficiente la aplicación de políticas para atender los grados de adicción entre su juventud; como para reducir el tráfico de armas al sur de su frontera. Incluso no sabemos cuánto realmente les preocupa contener a las redes de narcotraficantes de su país, porque de los mexicanos les interesan los millonarios depósitos de dólares en sus bancos. Es más, son soporte importante de su sistema financiero, hoy hundido por la crisis.
Cierto que el problema del narcotráfico en el país no llegara a tanto si las actividades no hubiesen crecido al amparo del poder. Al cobijo de funcionarios protectores de los narcotraficantes. Y porque las actividades ilícitas representan ganancias millonarias, y nadie es investigado ni menos encarcelado por ello. Es parte del impacto de la corrupción y la impunidad (informal, pero) como política de Estado.
Por eso el problema ha crecido tanto, al grado de amenazar la estabilidad del país. Por eso se habla de la narcopolítica, como en el caso de Sonora. Así lo denuncia Manuel Clouthier, por lo que le han armado un sanquintín los panistas en la Cámara de Diputados. Porque aumenta la violencia relativa a la pugna entre bandas del crimen. Bastaría Ciudad Juárez. Pero no. Ahora es la frontera en Tamaulipas. Ahí son los propios ciudadanos que denuncian por la red la existencia de pueblos fantasma, por la pugna latente entre —se afirma— los cárteles de Sonora y del Golfo en contra de los Zetas. Es la lucha por la plaza.
Igualmente sale a flote que en Guerrero florecen los plantíos de amapola. Ahí, Roberto de la Vega Díaz, comandante de la 35 zona militar, ha declarado que en una operación en Tlacotepec, en el municipio de Heliodoro Castillo, se destruyeron tres hectáreas del enervante. Y que en el año ha destruido 6 mil 700 plantíos de amapola, en una extensión de mil 248 hectáreas. Y que la entidad es la principal productora nacional de goma de opio. Todo, entre otras cosas, porque “la gente vuelve a sembrar, ya no tiene otra forma de vida”. Pues, “cada hectárea produce 8 kilos de goma de opio, con los cuales se puede elaborar un kilo de heroína, con un valor de mercado de 4 millones 500 mil pesos”.
Pero así también, que las tachas son tan accesibles para los jóvenes, que cuestan menos que la cerveza o el alcohol, porque se venden desde 25 pesos. Lo informó el subsecretario de Seguridad pública Federal, Monte Alejandro Rubido García. Y, lo que “antes, para conseguir una dosis se tenía que ir a sitios específicos, hoy se puede conseguir prácticamente en cualquier bar o tiendita”. Por eso el mercado de drogas al menudeo se valúa en unos 13 mil millones de pesos. No obstante, se mezclan con sustancias químicas, como la lidocaína, e incluso el talco. Vaya desbordamiento informativo.

Correo: sgb33@hotmail.com

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