martes, 9 de marzo de 2010

(No hay ) Día de la mujer

INSEGURIDAD
09/marzo/2010

*Nada qué festejar, abundan las demandas
*Igualdad de derechos, problema de civilidad

El maltrato, la discriminación y la misoginia, son apenas unas cuantas actitudes bajo las cuales la mujer es tratada por el hombre en una sociedad como la nuestra. Y no poseen carácter de exclusividad. Antes bien, son algunos de los problemas de fondo, de tipo cultural-estructural no sólo de México sino que tienen carta de vigencia en todo el mundo.
Así, todas las culturas —como la occidental, mediterránea, islámica, india, del extremo oriente y negra—, al igual que las religiones, han adoptado y reproducido durante siglos la sujeción y control de la mujer, que es vista como el sexo débil (la fuerza física como estatus de dominación), al servicio del hombre y útil únicamente como el ser de la reproducción. Poco más que un objeto, en toda la extensión de la palabra, y de la cual forman parte todas las instituciones creadas por el hombre.
El efecto contrario; es decir, que el mundo considere a las mujeres como iguales frente al hombre, para que gocen del reconocimiento de idénticos derechos sociales y políticos (dignos de una democracia que camine en los dos pies y con buen cimiento), ha costado siglos de lucha y sacrificio emprendido por las propias mujeres —a título individual y colectivo y desde los más diversos foros y expresiones—, pero no permea lo suficiente para lograr los términos de igualdad y respeto que merecen, porque se enfrentan con la resistencia cultural —esa piedra clavada en las entrañas del ser— y porque al parecer al hombre no le conviene reconocer tales derechos. Ya sea por encubrir muchos intereses, o por mera conveniencia.
Pero la mujer es no sólo dadora de vida, también es el complemento del hombre —o viceversa, porque los dos son o forman uno; el ser andrógino del amor, como la expresión más sublime de la creación— y la mejor educadora que tiene la humanidad porque es la que mejor enseña y reproduce los valores. Es decir, que en el fondo y en pro de la permanencia de la discriminación, ella forma parte —más involuntaria que con conocimiento de causa— porque contribuye a reproducir las actitudes y expresiones misóginas que luego se despiertan en su contra. Son convertidas en artífices, sin pretenderlo, de las propias armas con las que luego el hombre le domina y hace padecer el calvario universal en el que está.
Pues sí. Que socialmente la mujer es parte de la continuidad de esos vicios. Porque es en las familias en donde se generan las actitudes diferenciadas entre niños y niñas; donde las mujeres aprenden que parte de su deber es atender y servir al varón. Y desde ahí permea hacia todo el edificio social: las escuelas, los centros de trabajo, las relaciones de pareja, nuevas familias, la organización política; y ¡ni se diga la sujeción religiosa oriental y occidental!
Pero siendo un asunto de carácter cultural, las sociedades como la nuestra deberán partir de otorgarle a la mujer el lugar que le corresponde en todos los escenarios de la vida individual, social, económica, política y cultural en general, sin discriminación alguna. Ni más ni menos que el lugar del hombre, con sus particularidades de género. Pero nada más.
Nada sería mejor para reivindicar a la mujer. Reconocerle todos sus derechos; los mismos que al hombre. Revalorarla al interior de la familia, para reconocerla y respetarla como madre; brindarle todo el apoyo en el estado de embarazo y de lactancia. Y que el Estado se convierta en garante del ejercicio pleno de su libertad. Que la justicia entregue los instrumentos necesarios para ser considerada como igual al hombre. Con todo y eso signifique reeducar a la sociedad, a hombres y mujeres por igual. Recomenzar aprendiendo de nuevo. Donde, entonces sí, no únicamente las mujeres sino también los hombres en unión con ellas, haya mucho que celebrar.
Y no que, como se dijo ayer que se celebró el “día de las mujeres”, en México —al igual que en todo el mundo— que las mujeres tiene poco que festejar en su día. Comenzando porque las celebraciones tienen un carácter meramente mercantil, como el Día de la madre, del padre y hasta del cumpleaños de cualquiera de los dos y tantas celebraciones más.
Peor que en la sociedad mexicana el maltrato a las mujeres se asocia con la actitud no sólo misógina sino también machista. Por cierto que el maltrato a las mujeres mexicanas no fue un invento del machismo mexicano, sino una consecuencia derivada de la transculturización impuesta desde los tiempos de la España colonial. Y los españoles, a su vez, la recibieron como herencia musulmana tras los siete siglos de invasión territorial.
Así, como se dijo ayer, con tanta discriminación, pobreza y la violencia contra la mujer, no hay qué celebrar. El Día de la Mujer sirve para dos cosas: 1) recordar la tremenda deuda que con ellas tiene la sociedad, y 2) hacer el recuento de los agravios que se suceden día con día.
Por eso, en México sobran las cifras que miden los ultrajes contra las mujeres, y los pendientes. Tanto lastre acumulado. Por ejemplo: de los 108.4 millones de mexicanos, 50.9 son mujeres (todos datos de INEGI). Por cada 100 mujeres, 8 no saben leer, contra 5 hombres en igual proporción. De los 75.4 millones de personas que trabajan, 40.5 millones son mujeres, 34.9 son hombres. Explotadas en la calle, explotadas en el hogar. De los 41.4 millones de mujeres de 14 años y más, 62.3 por ciento realizó trabajo no remunerado, contra los 37.3 millones de hombres de los cuales el 26.5 lo hizo. En promedio, las mujeres trabajan 41.3 horas a la semana, los hombres 23.2 horas. En el mercado laboral, las mujeres ganan en promedio 63 por ciento menos de lo que ganan los hombres. Y abundan las cifras, todas de 2009.
Baste la siguiente denuncia concreta. Ayer Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (Incide-Social), en voz de su presidenta, Clara Jusidman, se dijo: “El retroceso que se ha dado en 18 entidades del país al aprobar las llamadas leyes antiaborto, que han llevado a tener al menos a 46 mujeres encarceladas en Puebla, Tamaulipas y Veracruz, y contabilizado otros 130 encarcelamientos en Guanajuato desde el año 2000”.
El mundo no funciona distinto. Porque la humanidad está parada sobre un pié. Y hasta en tanto no se trate con igualdad a la mujer, continuará reinando la violencia de los unos contra los otros: en el seno de países y al interior de las familias. Es el fruto de la civilización actual que rechaza la parte femenina del mundo; por cierto la de la creación. Desconoce que todo lo que atenta contra las mujeres atrofian la existencia misma de la civilización.

Correo: sgb33@hotmail.com

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