lunes, 1 de marzo de 2010

Injerencia de Calderón

INSEGURIDAD
01/marzo/2010

*El panismo del Presidente
*Los costos serán electorales

Las declaraciones últimas de Manuel Espino Barrientos, en torno a lo que sucede al interior del Partido Acción Nacional, rayan en la desesperación y alcanzan el grado de la denuncia pública. El caso es que no extraña que sus reacciones apunten directamente al Presidente Felipe Calderón de extracción panista, porque si hacia afuera lo refleja es porque hacia el interior también lo ejerce: el autoritarismo que lo caracteriza.
Claro que tampoco es de extrañar que al interior de un partido haya expresiones de todo tipo, porque la diversidad ideológica y las posturas personales de los militantes no pocas veces apuntan, incluso, en contra de los principios partidistas. Sobre todo tratándose de imprevistos, como las posiciones políticas en torno a ciertos problemas coyunturales del país, pero igualmente cuando de repartir candidaturas o espacios políticos se trata. También las directrices. Se da en los partidos grandes; ocurre en los pequeños y alcanza a toda organización con fines políticos, incluso en un país democrático. Pero eso es normal, porque es parte de la efervescencia político-partidaria. Pero hasta ahí.
El caso es que ahora, en lo referente al PAN, no se trata de cualquier militante, sino del titular del poder Ejecutivo de origen panista y ex líder de ese organismo político. Se trata de la injerencia del Presidente en el ejercicio de la vida partidaria, cuando debiera ser al revés. O simplemente evitarlo, porque hay mucha diferencia entre ser partido en el gobierno que ser el partido del gobierno. En el primer caso, lo único que ocurre es que el partido es apoyo y complemento para el ejercicio del poder—en el cabildeo, la negociación, la postura sobre los problemas nacionales, la militancia, el voto legislativo (etcétera), pero guardando su relativa autonomía—; en el segundo, se tiene a un partido totalmente subordinado. Peor aún sucede con el PAN, porque le dictan la conducta desde afuera, no sólo le tiran línea porque no le dictan el qué hacen en su honor; mejor dicho, en su deshonra.
Cierto que, parte de esa conducta se debe a que el PAN no tenía experiencia frente a la Presidencia, pero sí la tiene porque tampoco nació ayer. Su registro es incluso más antiguo que el mismo Partido Revolucionario Institucional. Su pretendida tradición democrática tirada a la basura. Así que no hay justificación ni histórica ni es cuestión de liderazgo sino más bien de intervencionismo.
Espino denuncia que la dictadura practicada por Calderón con el PAN viene desde los tiempos de Cázares. Espino asegura: “Con Germán Martínez se inició la era de la intolerancia en el PAN (diciembre de 2008 cuando asumió la dirigencia)”. (Proceso, 28 febrero). Pero continúa con César Nava. Y el tema da para mucho, porque los ejemplos sobran. La política de alianzas para este 2010, más lo que falta todavía rumbo al 2012, que desnudó el activismo partidista y presidencialista del mismísimo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.
Los amarres aliancistas hasta con el PRD en varios estados donde habrá elecciones. La subordinación total de los legisladores panistas en el Congreso de la Unión, respecto de las posturas en torno a la propuesta de reforma política de Felipe Calderón. Y el último escándalo por la reacción tan virulenta en contra del diputado panista (bueno, que llegó por ese partido) Manuel Clouthier Carrillo, por sus reclamos a Calderón por no actuar en contra de la narcopolítica que amenaza Sinaloa y con extenderse a todo el país. Ahora que el hijo de Maquío está dispuesto a ir “con todo” hasta comprometer al Presidente a “entrarle a Sinaloa”, la sede del cártel de que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
Espino denuncia también la intentona de su expulsión. “Calderón planteó: Vamos expulsando a Espino”, planteó Calderón. Pero igualmente la política de alianzas al margen del partido con “la maestra” Elba Esther Gordillo, aún antes de la elección presidencial. El propio candidato a gobernador por Veracruz, Miguel Ángel Yunes así lo revela. Dice Espino que Calderón había hecho un pacto con Gordillo desde la precampaña. “Reconoció (Yunes) que él apoyó a Calderón desde antes de 2006, cuando ni siquiera era candidato, sino que lo apoyó para ser candidato. Fue después de una negociación que hubo entre Elba Esther y Calderón”. (Ver el desplegado en Milenio, del sábado 27 de febrero, donde el propio Espino se dirige a los veracruzanos y amplía estos asuntos; sobre el rechazo de Calderón a Yunes como candidato al senado en 2006, y la posterior incorporación al gabinete como director del ISSSTE, luego de la negociación con Gordillo).
Es decir, que con Felipe Calderón el autoritarismo se instaló en el PAN. Aún a costa de los panistas. “No ha habido un solo candidato a gobernador que se haya designado en el Comité Nacional que antes no haya sido recibido por el presidente en Los Pinos y éste le haya dado el visto bueno”. Así pasó con el candidato de la alianza con el PRD en Durango, el expriista José Rosas Aispuru, que se hizo con la intervención de Rodolfo Elizondo. Peor aún denuncia Espino. “Los candidatos que se han designado hasta ahora no tienen ningún compromiso con el PAN. “Gabino Cue, en Oaxaca, obedece al grupo de Andrés Manuel López Obrador; Rosas Aispuru al gobernador Maximiliano Silerio Esparza; Rafael Moreno Valle, de Puebla, obedece a “la maestra”, y Yunes también”. Y “la candidatura del senador priista Mario López Valdez para Sinaloa, identificado con el exgobernador Juan S. Millán”. (Espino en Proceso).
Pero más que la denuncia pública de Espino, la conducta de Calderón con respecto al PAN le acarreará costos políticos. Eso se verá en las elecciones, el mejor catador de la vida política de un partido. En el voto ciudadano se reflejará el pago de esa actitud presidencial. También del servilismo del PAN. Doble paga. Doble cobro, el impacto político que hundirá al PAN. La responsabilidad será de Calderón; pero igualmente del liderazgo panista actual. Ese será el precio que tendrán que pagar la dupla PAN-Calderón.
Estas y otras denuncias está colocando sobre la mesa el expresidente del PAN, Manuel Espino Barrientos, y a la consideración pública el reto que les depara el futuro inmediato que expone en su libro de reciente presentación, Volver a empezar. El reto no es sencillo para los panistas, de recuperar al PAN de las manos de Felipe Calderón. El problema es que lo está llevando a la debacle. Eso se verá, seguramente, en este 2010. Pero la derrota mayor la padecerá en la presidencial del 2012. La ciudadanía se cobrará la mala conducción del país, no sólo la injerencia en el PAN.

Correo: sgb33@hotmail.com

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