miércoles, 17 de marzo de 2010

Juárez, ¿qué falta?

INSEGURIDAD
16/marzo/2010

*¿A qué va el presidente Calderón?
*¿Promesas para Obama; para EU?

¿Qué falta? Ya se calificó en 2009 a Ciudad Juárez como la entidad más violenta del mundo. Peor que una ciudad en guerra. Parece que no importara en lo más mínimo. Al menos al gobierno federal, porque la sociedad se cimbra cada vez; gritos de protesta aunque no sea oída. Problema es que la violencia aumenta exponencialmente. Tan sólo en lo que va del año (2010), la estadística ronda por los 500 asesinatos. De ellos, el 90 por ciento están “ligados al hampa”, como asegura el vocero del Operativo Chihuahua, Enrique Torres Valadez. Pero la cifra es menor en 35 por ciento al primer bimestre, consuelo de autoridades.
El caso es que el combate al crimen organizado de Felipe Calderón no sólo está en vías de fallar. Ya fracaso. Porque a estas alturas entrega malas cuentas. Y seguirá igual, porque previsiblemente avanzará por la misma ruta. Dicen los académicos juarenses que desde que los militares llegaron a la ciudad las cosas se complicaron: que la violencia aumentó entre 800 y 1000 por ciento. Un clima de insoportable violencia que se vive en las calles, se respira en todas partes; lastima los hogares. Los militares sirvieron para empeorar las cosas, nada más.
También el exlíder del PAN, Manuel Espino, quien recién presentó su libro, La guerra injusta de Ciudad Juárez, sobre la situación en su ciudad natal, arremete contra la guerra fallida, especialmente su creador: “La estrategia implementada por el presidente Felipe Calderón en la guerra contra el narcotráfico parece más el reflejo de un plan de complicidad, una especie de pitazo disimulado para alertar criminales. A los delincuentes se les ayuda a actualizar su inventario estratégico y se les da la señal para reestructurar sus organizaciones. Se les alerta para tomar ventaja”. Más que grave; gravísimo. Si se hiciera deliberado: malo. Si se hiciera sin querer: malísimo.
Con esto, Espino no se queda en la denuncia, apunta más allá. Porque distingue la guerra de Calderón con “el conflicto que más sangre ha derramado sobre el territorio mexicano después de la Revolución”. Eso no es algo menor. Incomparable, incluso, con la “guerra Cristera”. Espino abunda en la complicidad señalada: a los delincuentes se les da a conocer el monto de lo incautado, el armamento que se utilizó en un operativo, a qué celda se lleva a un detenido, una información que sirve sólo a criminales. Los pone sobre aviso.
Como diciendo: que una información que debiera guardar la respectiva discreción en los respectivos órganos del Estado, sale a la luz pública. Eso, en otras palabras, significa que la inteligencia está fallando. No obstante que para el gobierno son “duros golpes”, los que se han asestado al hampa. Como se canta a cada detención de algún narcotraficante. Pero el gobierno lo hace no sólo para justificar la causa (la propia), también para apuntalar su fallida estrategia. O para sostener que se avanza.
Y el panista siembra otro elemento: abunda en el terreno de la sospecha. Parece, dice, la intencionalidad de alguien de que las cosas no cambien. No tiene acusaciones precisas contra personas en particular, pero obliga a poner la atención en la duda. Sea como sea. El caso es que el rompimiento de esta inercia no se ve cercano. Lo que, en otras palabras significa que Calderón no aceptará tan fácil el cambio de rumbo. La sociedad seguirá pagando los platos rotos.
Y que quede claro. Nadie le apuesta a que el crimen organizado lleve la delantera. Eso sería tan criminal como el estar coludido. No. Como tampoco se plantea el retiro del Ejército de las calles per se. Lo que la sociedad juarense, y todo el país demanda es un replanteamiento de la estrategia. La finalidad es que se acote la actividad delictiva que pone en peligro la vida de millones de ciudadanos. Porque el narcotráfico atenta contra la seguridad de las personas. Porque, peor aún, la movilidad del crimen organizado desestabiliza la gobernabilidad.
Siquiera por esto último Felipe Calderón debería replantear el rumbo. Es de sabios reconocer cuando hay errores. El problema es que, siendo como es, el presidente no lo aceptará tan fácil. Porque, al decir de Espino, sería como asumir la derrota. Así lo vería Felipe Calderón, al decir de Espino y de quienes le conocen. Por eso se sostiene en una guerra en la que está acorralado.
Por lo pronto, hoy llega Calderón nuevamente de visita a Ciudad Juárez. Dirá que viene por el compromiso adquirido previamente. Que llega a cumplirle a los juarenses. No por las presiones generadas desde Washington por el presidente Barack Obama. Pero se dará prioridad a la persecución de los responsables de los asesinados estadounidenses avecindados en el Consulado de Juárez.
Vendrán las promesas de hacer justicia, hasta “dar con los responsables”. Que no habrá impunidad, en este caso como en todos. Pero lo cierto es que los demás asesinatos, bajo el ardid de que provienen del flagelo de narco, no se investigan. La impunidad delata a las autoridades de todos los niveles en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Lo cierto es que, frente a semejante ambiente no caben tanta simulación e impunidad. Lo peor es que, desde el gobierno, no vendrá la redefinición de la estrategia anticrimen. En esas anda el descontento colectivo en Juárez. Tendrá que ser la sociedad civil la que reclame su lugar. Espino hace lo propio. En esas andan los universitarios juarenses. En esas anda la sociedad civil organizada en el país.
¿Por qué insistir en una guerra sin cuartel, cuando es como ir a una guerra sin fusil? ¿Cómo se quiere ganar la “guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado” sin un plan de contención: de inteligencia policiaca, de investigación a fondo contra los circuitos financieros que resultan intocables (¿a quién se protege?), sin un proyecto que tenga en cuenta a las personas que padecen la violencia y ponen los muertos; sin otra alternativa que mantener al Ejército haciendo funciones de policía?
Sin eso, a qué llega Felipe Calderón a Ciudad Juárez? ¿A más de lo mismo, hacer declaraciones de condolencias (lágrimas de cocodrilo)? ¿A tratar de quedar bien con EU? Habrá más promesas para los demás flagelos que atentan contra la seguridad juarense. Los demás delitos que se han gestado, como lamentable complemento de la disputa de la plaza que conecta con el mercado consumidor de drogas más grande del mundo. A eso va. Pero eso no basta. A Calderón, el pueblo se lo reclamará.

Correo: sgb33@hotmail

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