miércoles, 17 de marzo de 2010

Degradación de la política

INSEGURIDAD
17/marzo/2010

*Descalificación de los interlocutores
*Cuentas alegres, o “colorín colorado”

Nota importante:
Esta es la nota que apareció en Diario Imagen (donde publiqué diariamente mi columna desde el 27 de octubre de 2009 hasta hoy 17 de marzo), mutilada en los párrafos que a continuación se marcan en negritas y cursivas.

Las diatribas que escenificaron los diputados del Partido Acción Nacional contra los del Partido Revolucionario Institucional, y viceversa, la semana pasada (martes 9 y jueves 11) en el recinto de San Lázaro, tienen muchas lecturas. Pero sea cual sea el criterio del observador que lo haya presenciado, la primera reacción es de lamentarse por lo ocurrido. Porque los políticos causan lástima.
Las acusaciones mutuas van más allá de la simple diferencia ideológica o de las agendas políticas. Responden a intereses de cada cual, pero sobre todo desnudaron los grados de contubernio y tolerancia que se tienen los unos a los otros. Peor aún: la degradación de la política, en defensa de tales intereses.
Los discursos ardieron en las cámaras y los micrófonos de la sede del Congreso de la Unión y de los medios de comunicación, por los duros señalamientos, como los que arremetieron contra Felipe Calderón por haberse robado la Presidencia de la República en las elecciones del 2006, y los que acosaron a Peña Nieto como el presunto asesino de la exesposa.Y todavía más, los señalamientos desde el PAN por el influyentismo del gurú, el expresidente Carlos Salinas en el PRI, o los posibles juicios contra César Nava por los actos de corrupción denunciados públicamente en un libro, por el otrora abogado de cabecera del Presidente y hoy líder de fracción, César Nava, a su paso por la paraestatal, Petróleos Mexicanos, de la mano de Calderón y el hoy occiso Juan Camilo Mouriño, e tutti cuanti.
El asunto detonó tras el rompimiento de los acuerdos previos tomados entre los líderes partidistas, donde intervinieron o participaron abiertamente —pese a la negativa de, por ejemplo, la inclusión de Felipe Calderón—, los líderes Beatriz Paredes, César Nava, el titular de Gobernación Fernando Gómez Mont, y alcanzó al mismo gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. El acuerdo existió y hasta se firmó.Y el rompimiento como tal quedó al descubierto cuando se destapó también que el gran benefactor del presupuesto federal del 2010, resultó ser el principal operador a la precandidatura presidencial priista, el posible Peña Nieto. Todo, a costa del bolsillo de millones de mexicanos, porque en el fondo estaba el acuerdo PAN-PRI para sacar adelante la Ley de Ingresos y el aumento de impuestos en 2010 (la miscelánea fiscal) en productos como las gasolinas.
Es decir, que la aprobación del alza impositiva fue el arma partidista para pagar pre/campañas electorales presidencial(es) rumbo al 2012. Y la sustancia del convenio: que además del PRI, el PAN, el gobierno —con Gómez Mont y Calderón inclusive— aceptó cubrir y proteger desde ahora a Peña Nieto; el también candidato de Televisa. O, lo que es lo mismo: todos con Peña. Y de paso, la tolerancia del intervencionismo futurista de Salinas y la aceptación implícita de tan peligrosa intromisión. Con todo y las resistencias de Manlio Fabio Beltrones, quien habría preparado el destape del acuerdo, pero le ganaron.
Es decir que, de paso, el rompimiento dejó completamente el desnudo el contubernio, para cerrar filas a otros intereses partidarios distintos (así sea el Partido de Trabajo, que seguramente irá con Andrés Manuel Obrador como candidato hacia el 2012; o Marcelo Ebrard, como el posible gallo por el Partido de la Revolución Democrática para la misma elección) a los de la clase política hasta ahora gobernante que tiene al PRI-PAN como actores garantes. Es decir, PRI/PAN como la unidad en la diferencia, o los dos en busca de la unidad en torno a la definición de un solo candidato: Peña Nieto. Aunque eso le disgusta a Beltrones, quien trabaja con bajo perfil, pero con firmeza para llegar como el mejor dentro del propio PRI.
Amén, que el alboroto sirvió también para acomodar los costos, como para saldar las cuentas, porque ninguno de los dos partidos quería pagar solito el costo de dicho convenio por aumentar los impuestos a costa de la población, o de un mayor deterioro de la vida económica, familiar y social. De ese modo prorratearon la paga: se lanzaron piedras a la cara y ambos quedaron con los moretones, pero porque ninguno quiere pecados.
Al contrario, es borrón y cuenta nueva. Pretenden que nada de lo escupido al cielo les caiga en la cara. A eso le apuestan. Ni lo de Calderón (que si se robó la Presidencia), ni lo de Peña Nieto (que si es presunto autoviudo), ni los actos de corrupción en Pemex, o la injerencia de Salinas en la defensa del candidato presidencial del 2012. Nada importa. Y si hubiera denuncias por los dichos, como amenazaron diputados de la izquierda, no progresarán porque todo el aparato del Estado está bajo control desde el poder. Por eso hay tanta impunidad, porque las leyes se aplican a modo.
Pero el aquelarre va en demérito de la política, y de cada uno de los partidos, sobre todo del PRI-PAN. Muestra, aunque no se quiera, algunas secuelas. Como las siguientes: 1) el grado de desgaste de la política, escenificada por varios de los principales actores del momento; 2) la fragilidad de los acuerdos (pactos, alianzas o convenios; como se quiera) alcanzados, sobre todo cuando quedan sujetos a presuntas coincidencias; 3) el nivel de la crisis electoral, cuando desde ya se mueven las aguas del muy anticipado clima electoral del 2012 —no olvidemos que el 2010 es preludio de la presidencial—; 4) la pobreza de los actores de la política partidista en el país; 5) la presunta polarización entre partidos distintos, pero que terminan defendiendo los mismos intereses (como en este caso al mismo presunto candidato presidencial); 6) el desdén por las secuelas y el descrédito alcanzado que reflejan el cinismo y el reino de la impunidad que permea en la política de hoy. Pero, todo suena a cortinazo: colorín colorado.
Pero el tema no se agota en el hecho de que alguien haya descubierto el documento firmado a favor de Peña Nieto, y que el propio Peña lo haya sacado a la luz antes que su opositor y también con aspiraciones presidenciales, Beltrones, lo hiciera. El problema apunta a la poca seriedad de los políticos. El utilitarismo de la política como medio para acceder al poder. Desnuda que los intereses partidarios están por encima del interés nacional. Cuando debiera ser al revés.

Correo: sgb33@hotmail.com

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