jueves, 7 de enero de 2010

No habrá Reforma del Estado

INSEGURIDAD
8/enero/2010

*Calderón y el PAN no responden
*No hay estadista para los consensos

Para cumplidos, sólo el esfuerzo de los padres para los buenos deseos de los niños en el día de reyes. Pero es mera suposición que el gobierno actual, de la mano de su partido, el de la Acción Nacional, haga algo por este país. Y no es mala fe. Es que no tienen casta para gobernar. No saben ni en dónde están parados, o sólo para sus intereses. Porque los panistas no son institucionales, ni saben cómo operar los cambios. No lo hicieron durante el gobierno de Vicente Fox cuando tenían en sus manos todo el capital político —por sacar al PRI de Los Pinos “a patadas”—, no lo hará ahora Felipe Calderón Hinojosa que ha perdido los tres primeros años de su gobierno entrampado en una guerra sin fin ni resultados, la del narcotráfico y el combate a la delincuencia organizada. Porque también se requieren los tiempos.
Ante todo, los panistas se han caracterizado por administrar la parálisis. O, siguen en la inercia del no cambio, de la rutina legada por el PRI. Más que hacer política, los del PAN intentan dilapidar lo que se ha conseguido hasta ahora. Apostarle al retroceso. Por lo menos en lo que corresponde al sistema político. Es el caso de la última propuesta enviada por el Ejecutivo a la Comisión Permanente del Congreso, durante los días festivos de diciembre del 2009.
Pero la propuesta de la segunda vuelta para la elección presidencial, es como para no soltar un poder administrado únicamente por dos partidos: PAN y PRI. Otorgar más facultades al Presidente para hacer del Congreso una oficialía de partes en materia legislativa. Pero lo más grave de todo: la intentona de la reelección presidencial. No lo dice pero apunta hacia allá la iniciativa de Calderón con la reelección de legisladores, de autoridades municipales, ¿y gobernadores? Primero acabar con el repudio popular que se tiene sobre el “Sufragio Efectivo, No Reelección”, para luego es tarde con la presidencial.
Para consolidar el bipartidismo —y parecerse más al sistema de partidos de Estados Unidos— aumentando el porcentaje de votos para conservar el registro de los partidos chicos (anulando así la pluralidad política hasta dejar el sistema en PRI-PAN; con todo y lo que haga falta cambiar el funcionamiento de los partidos, como clarificar sus procesos internos, el rendimiento de cuentas, el esquema de la representatividad, el tema de las candidaturas ciudadanas, etcétera) y avalar las candidaturas independientes sin mayores garantías para campañas, sin trastocar el poder del duopolio televisivo.
En fin. El caso es que los gobernantes de ahora no saben cómo hacer una reforma política, mucho menos cómo emprender los ajustes estructurales que demanda una Reforma del Estado. Pero de fondo, auténtica Reforma. Para cambiar el modelo neoliberal de desarrollo que ha llevado al traste a este país durante los últimos 28 años, y así pensar en recuperar a la Nación del desastre al que se sigue enfilando sin remedio. Hacer algo por la economía, más allá de la simple estabilización sin crecimiento de la macroeconomía en donde se encuentra entrampada. Para reactivar las actividades productivas y que los empresarios, de todos tamaños, puedan crear los empleos que demanda cada año la mano de obra. Revisar el entreguismo del TLCAN, porque daña al campo, aparte de la reforma agropecuaria más que indispensable.
Del Presidente, al contrario, hace falta acotar sus funciones. Hoy se tiene un presidencialismo de manos libres, cuyas facultades amenazan con desbordarse rumbo a un ejercicio autoritario del poder. Hacia allá lo conduce Calderón. Acotar esas facultades, que incluyan la destitución por incompetencia y juzgar la mala conducción del país. Analizar, en su caso, los posibles beneficios o no aplicabilidad del sistema parlamentario, con todo y sus bemoles para nuestro sistema presidencial y de representatividad. Etcétera.
Otros cambios urgentes. Como una reforma electoral de fondo y en el sistema de partidos. Así como una reforma en el sistema de procuración e impartición de la justicia (para entonces sí planear una estrategia contra el problema de la inseguridad, y con medidas integrales). Y una urgentísima reforma en el sistema educativo, para extirpar los enquistados intereses que atrofian a la educación básica desde hace décadas, y poder así relanzar a la juventud preparada desde el terreno de la educación. Ampliar el sistema de becas para profesionalizar el desempeño en la educación, la enseñanza y la investigación. Impulsar el presupuesto mínimo del 8 por ciento del PIB que propone la UNESCO.
Emprender una reforma laboral, pero no para destruir a los trabajadores arrebatándoles sus conquistas laborales. Sí para modificar el esquema de representación sindical-corporativo, tan perjudicial por los líderes-caciques que desquician al sector en beneficio de la manipulación desde el poder. Con la adopción de esquemas remunerativos en base a la productividad, pero bajo estricto respeto patronal. Porque la depreciación salarial —como se viene haciendo en aras del control inflacionario neoliberal— le da al traste al poder adquisitivo, porque paraliza la economía con la oferta muy por arriba de la demanda.
Pero para emprender cambios de fondo hacen falta estadistas en el mando. No timoratos en el poder, o guiñoles movidos por intereses mezquinos: de unos cuantos empresarios, la cúpula de hombres ricos de este país, o (peor aún) del extranjero. Se requieren las propuestas. Las iniciativas para buscar los consensos, siendo incluyentes. Los operadores políticos. Luego la firma de los compromisos. Los acuerdos, los pactos entre los actores de la política y de la economía. Y con la sociedad, la parte más importante; el pilar fundamental. Por eso no habrá Reforma del Estado con este gobierno. Al tiempo.

Contacto: sgb33@hotmail.com

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