lunes, 11 de enero de 2010

Crítica o apología

INSEGURIDAD
11/enero/2010

*Para el análisis de una realidad
*El caso mexicano, ideologizado

Analizar la realidad de cualquier país (como en nuestro caso, la actualidad mexicana) desde el punto de vista crítico, tiene siempre sus complicaciones y sus ramificaciones. Las que son propias del analista, por un lado, y las derivadas de las consecuencias de sus estudios, por el otro.
Hay dos vertientes que sirven para clasificar este tipo de trabajo: la del intelectual, a secas (aquél crítico del sistema por antonomasia) y la del intelectual orgánico (o apologista del mismo) que describió Antonio Gramsci en los “Cuadernos de la cárcel”. Y entre ambos han estado siempre las confrontaciones y las definiciones del tipo de enfoque así como las conclusiones derivadas, para analizar una realidad —sobre todo— de carácter social. Del tipo de análisis y del tipo de la crítica.
Pero eso no es todo. De por sí el análisis es complicado. Ya sea que el estudio se enfoque hacia la política o la economía, hacia el poder; comenzando por el Estado o a partir de la lucha entre las clases (porque hasta ahora ninguno de los tantos detractores de Marx ha podido desarticular su teoría sobre las clases, más todo lo que le antecede a partir de las imbricaciones del análisis de la mercancía y el dinero, el capital, el trabajo, etcétera hasta llegar al Estado y la lucha de clases), o desde la historia o ya sea multidisciplinario; es decir, ya se emprenda con las herramientas propias de la economía, de la teoría política o de la sociología y/o la historia, o desde una visión multifactorial y por ello integral.
De todas maneras el análisis presenta sus dificultades. Pero entre más completo en sus procedimientos, más preciso resulta en sus conclusiones. Sin perder siempre de vista, eso sí, la claridad en la exposición, un asunto nada fácil de lograr en el papel.
Porque más allá de los problemas, de su origen y del enfoque con el cual sean analizados, todavía falta que los datos y las evidencias —incluso las estadísticas— sean las requeridas para emprender dicho estudio, es decir, que se tengan los elementos suficientes para sacar las conclusiones pertinentes. Pero eso sí, siempre a partir de la realidad misma, y no con adiciones que le añadan distorsiones que las alejen del objetivo perseguido. Que la realidad hable por sí y sin añadiduras, como lo enseña por otra parte la filosofía (el caso de Hegel, en cualquiera de sus obras, es emblemático al respecto, por mucha “oscuridad” que se asocie con su pensamiento).
No se diga que incluso la preparación y capacitación del investigador es fundamental. Y la experiencia en el campo en cuestión, sobre todo ligado con la realidad de la política, verbigracia. Aparte, contar con el marco conceptual, que solo brinda el estudio, indispensable para que el o los enfoques sean los adecuados. Pero luego es necesario saber cómo interpretar la propia realidad. Donde el analista crítico aprenda a superar con mucho la aplicación sin más de dichas teorías, porque eso es lo que degenera en dogmatismo o en apología. Según sea el caso. Cual repetición del pensamiento de otros o el ajuste de una realidad a una teoría cualquiera, suponiendo que con eso se subsana y dicha realidad es comprendida. (Un asunto muy claro de explicar con el ejemplo del dogmatismo marxista en Latinoamérica, que aplicó durante los años 60 y 70 la teoría sin más. Pero sacando conclusiones forzadas para una realidad reticente que atendía a orígenes y otras visiones distintas. Un ejemplo de estos estudios son, por ejemplo, los de José Carlos Mariátegui y Martha Harnecker).
Lo que nunca debe ni puede hacerse, sea el tipo de problema y enfoque que se utilice, es la distorsión de dicha realidad. Es el caso de México, cuyo estudio lo hacen tanto los apologistas como los críticos. Y no es un problema de ahora, sino de siempre. Bueno desde que reinan los intereses extranjeros con la llegada de los españoles y la imposición derivada de la Conquista. Desde entonces o bien se impone la visión del conquistador o bien reinan los intentos de comprender desde los orígenes propios su realidad. No obstante las dificultades derivadas por el uso de instrumentos analíticos ajenos, por la falta de teorías propias y de los estudios correspondientes. Pero esa es una polémica tan añeja como la propia Conquista española y portuguesa. Desde entonces a la fecha hay muchos ejemplos.
Casos que deben diferenciarse muy bien porque con las interpretaciones llegan las confusiones. Con el pecado llega la penitencia. Es decir, que además de las posibles distorsiones causadas por las carencias propias del investigador, también se imponen los intereses de los mismos analistas.
Sucede con aquellos investigadores a sueldo del poder. Los intelectuales orgánicos que reciben grandes e importantes apoyos (desde becas hasta sueldos) para hablar bien de los encumbrados. Por no decir, para justificar las tropelías que se cometen desde el poder, por aquellos que detentan los gobiernos y sin importar las consecuencias (porque para eso cuentan con todo el peso del Estado, y de la fuerza). Los llamados apologistas que sirven a los intereses de las clases gobernantes, de las elites del poder o de los políticos que tienen en sus manos las riendas del Estado. De cualquier Estado como el nuestro; como el Estado mexicano.
Son los intelectuales orgánicos que sirven al poder. Aquellos que justifican las acciones de los hombres de la política. Son los pensadores que arremeten contra todo lo que se mueva en contra de los hombres del poder. Son los voceros que utilizan los estudios, los datos, las teorías y toda serie de herramientas para desacreditar a los críticos de lo que ocurre. Los que intentan el descrédito a como dé lugar de la crítica.
Y de esos hay muchos en México. De los intelectuales orgánicos que sirven al sistema. Lo que alaban al poder. Aquellos que tienen muchas herramientas a su disposición. Son quienes cuentan, por ejemplo, con amplios espacios para la difusión. Para hacer ver sus opiniones y distraer a la mayoría de las tropelías que se cometen desde el poder. Son los voceros que ideologizan la polémica. Los intelectuales orgánicos útiles al sistema. Los que hacen todo para desviar la crítica.

Contacto: sgb33@hotmail.com.

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