jueves, 25 de marzo de 2010

Pretendida transexenalidad

INSEGURIDAD*
26/marzo/2010

*FCH propone una estrategia más allá
*Sin resultados, grandes ambiciones

Con harta frecuencia, un amigo dice que en los últimos años el tema de la seguridad ha pasado a formar parte fundamental de la agenda de aspirantes a puestos de elección popular, espacios de gobierno y legisladores, y hasta de candidatos a presidentes de la República. Que el problema de la inseguridad se está explotando al máximo, al grado que quienes lo utilizan como bandera consiguen votos, y el apoyo popular correspondiente cuando el político promete resolverlo.
Es verdad. Como también lo es, que el problema dejó de ser sólo para las agendas electorales. Y, también últimamente, ha alcanzado el estatus de permanencia. De refilón, es como si el Estado no estuviese cumpliendo, como ciertamente no lo hace, con su responsabilidad de garantizar la tranquilidad al ciudadano de a pie. En la calle, en la escuela, en la casa. Es decir, que pasa por el descrédito de las instancias encargadas de atender la seguridad, como las policiacas, los jueces, los ministerios públicos, las instancias municipales, estatales y federales.
Y la continuidad de la violencia, en los últimos años, ha sido alimentada por la delincuencia organizada, en su expresión más extendida y rentable: el narcotráfico, con todas sus aristas de cultivo, procesamiento, trasiego y venta en mercados locales e internacionales; lavado de dinero y capitales financieros. La delincuencia alteró el tipo de delitos. Y de los más comunes pasaron a los más agresivos y costosos. Cobró importancia, por ejemplo, el negocio de la venta de armas para los estadounidenses. Es decir, que la sociedad mexicana vive ahora en un ambiente de zozobra permanente, por el desbordamiento de esa violencia que alienta el narcotráfico. En unos estados de la República más, en otros menos, pero convertido en un problema nacional.
Y la generalización de la violencia ha permeado a la sociedad por al menos dos razones: 1) la llamada “guerra” contra el narcotráfico desde que comenzó el actual sexenio y aceleró las cosas, y 2) la lucha entre los cárteles que se disputan territorios como “plazas” para la venta o el traslado de las diferentes drogas que comercializan. Ambas han derivado en más violencia.
Con dos elementos adicionales, todavía, que le afectan a los mexicanos porque les pega directamente en la seguridad: 1) México dejó de ser históricamente un simple paso de la droga procedente del sur de América Latina, sobre todo Colombia, para convertirse en país de consumo, cultivo y proceso de una gran parte de los narcóticos, y 2) al norte está el país vecino, Estados Unidos, que representa el mercado consumidor más grande del mundo y donde el producto se paga en dólares y a precios elevados.
De ahí el auge, al grado del desbordamiento del problema que genera el narcotráfico en materia de inseguridad para los mexicanos. Lo lamentable es que el clima parece tomar carta de naturalidad. Es como si nos estuviéramos acostumbrando a la violencia con esa situación amenazadoramente “normal”.
Eso es lo temerario para la sociedad. Y en buena medida también los medios de comunicación —particularmente la televisión— que han contribuido a ello. Es decir, no sólo la violencia se ha generalizado. También la “nota roja”, porque “vende”. Como hacer periodismo al viejo estilo. No se ve que ahora el problema es completamente nuevo. Y seguir igual suena más a estarle haciendo la propaganda gratuita al narcotraficante, cuando se resalta la narcomanta, el descabezado, el número de muertos, etcétera, como simples actos policiacos. Como las detenciones de algunos narcos que se publicitan como grandes logros de la lucha antinarco, cuando no lo son porque a los cárteles no se les ataca en su centro financiero.
Tan sólo por eso, porque no hay una lucha planificada y sistemática, continua o de inteligencia contra los cárteles —como se requiere para poder cantar victoria—, porque la “guerra” contra el narcotráfico de este gobierno no está reportando logros. Tan solo por eso el Presidente mexicano no debería estar hablando de fijar la agenda del próximo presidente sustituto.
Porque, por un lado, a todas luces la guerra se está perdiendo. Por otra parte, si todavía no se elabora una evaluación seria por parte del propio gobierno de la dichosa “estrategia”, ¿cómo es posible que Calderón esté planteando a estas alturas la transexenalidad de la política contra el crimen organizado?
Así lo ha expresado, que el próximo que llegue a Los Pinos, en el 2012, no importa cuál sea el color del partido que gane, dijo, “sino que dé color en el tema de la seguridad”. Una muy desbordada pretensión.
Sobre todo porque también para esta determinación, así como se tomó sin considerar a instancia alguna de sacar al Ejército a las calles para combatir el flagelo, más bien está logrando desgastarlo (quién sabe con qué intenciones, pero algo no anda bien).
Es así como, nuevamente, el propio Calderón pretende pasar por encima de la sociedad —que es la más afectada porque está poniendo las víctimas—, de los medios de comunicación, de los partidos políticos y hasta del Congreso de la Unión. Como si fueran entidades políticas controladas, o meramente sometidas al designio presidencial. Ambición desbordada de continuar con una política a todas luces fallida.

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(*) Por asueto de Semana Mayor, nos vemos hasta el próximo lunes 5 de abril. Aviso a mis lectores que, una vez cumplida la fase de introducción, esta columna dejará de llamarse “InSeguridad” para titularse en lo adelante “Maniobras del poder”. Agradezco las manifestaciones de apoyo.

Correo: sgb33@hotmail.com

Amenaza para la soberanía

INSEGURIDAD
25/marzo/2010

*Puertas abiertas al intervencionismo
*Cambia Plan Mérida, modalidad de EU

Para Estados Unidos la seguridad (su seguridad) es un asunto de muy elevada prioridad. Con sus variables, lo ha sido siempre, pero desde los atentados terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, se convirtió en tema clave de su política exterior con el mundo, pero más con sus vecinos, principalmente México.
Es decir, EU tiene prioridades (“intereses”; “socios”, lo dice Clinton), y las defiende por encima de todo. La diplomacia es un instrumento. Y mecanismos como el que tiene con México, llamado Iniciativa Mérida, es una herramienta de gran utilidad. Más que una hermana de la caridad, es un ardid para intervenir en los asuntos internos de otros (como México), bajo pretextos veladamente ocultos pero intencionalmente bien armados.
“La seguridad es clave” para EU, lo dijo la secretaria de Estado, Hillary, al concluir la segunda Reunión del Grupo de Alto Nivel México-Estados Unidos sobre la Iniciativa Mérida. Clinton, lo expresó de la siguiente manera: “Estamos expandiendo la IM más allá de lo que se había considerado inicialmente”, para crear una estrategia integral en contra del narcotráfico.
Ciertamente que el crimen organizado es un peligro. Grande y latente no sólo en Ciudad Juárez (ahí se acordó aplicar un Plan Piloto para los corredores Juárez-El Paso y Tijuana-San Diego, con mexicanos supervisado por estadounidenses), donde ha proliferado la violencia recientemente —calificada como la ciudad más violenta, incluso que países en guerra como Irak— y donde hace algunos días perdieron la vida empleados del consulado de EU. Pero con todo y que la señora Clinton reconoce la corresponsabilidad de su país por la demanda de la droga y la venta de armas, hace hincapié en el programa aplicable en México, pero no únicamente para Juárez o el área fronteriza.
En el contexto de una relación tortuosa entre dos vecinos que comparten una frontera de 3,200 km, un comercio superior a los 600 millones de dólares diarios, el cruce de un millón de personas y el flujo de más de 300 mil vehículos al día, México representa un jugoso negocio para los estadounidenses, pero ahora lo ven como un peligro por la violencia desbordada y generada por el crimen organizado. Como que se olvida la parte del “negocio” que para ellos representa el flujo millonario de dólares para su economía, producto de los ilícitos negocios: la venta de armas y el dinero que entra a su sistema financiero.
Por supuesto que el trato es diferenciado. Al menos con respecto al vecino Canadá, porque hablan el mismo idioma y se tratan como iguales. No con México, donde EU pone sus barreras. Es de antaño, lo es ahora. Así lo reflexiona un hombre de las relaciones exteriores de México, como Jorge Montaño en su libro Misión Washington, 1993-1995. De la aprobación del TLCAN al préstamo de rescate, y señala: “Es innecesario recordar que cualquier decisión que adopten los vecinos del norte, inevitablemente tiene un impacto letal sobre la realidad mexicana. Más vale que así lo reconozcamos, a fin de preservar la habilidad de minimizar o evitar los efectos más nocivos”.
Y, para sortear los peligros latentes desde el trato mismo con el vecino del norte, sin doblegarse, Montaño —embajador en EU durante 93-95— advierte: “México debe actuar con las reglas vigentes (los preceptos de la política exterior de no intervención, autodeterminación y solución pacífica de controversias) y no retornar a prácticas de repliegue, ya que nada indica que se puedan lograr avances espectaculares como los que en algún momento se imaginaron algunos dirigentes mexicanos en forma utópica, mostrando su ignorancia de cómo funciona la entraña de las resistencias estadounidenses”.
Así, para como están las cosas ahora, EU va un paso adelante de México. O muchos más. Como lo dijo la secretaria de Seguridad Interna de EU apenas concluyó el encuentro de seguridad México-EU, Janet Napolitano: “Este importante contingente es una sólida señal de compromiso del gobierno de Barack Obama, con la lucha contra los carteles”. Pero es más que eso. Porque cualquier cosa que se haga desde ahora será en el marco de la IM. Y no de un involucramiento de corresponsabilidad, como lo hemos señalado ya en este espacio.
Es decir, que entre las propuestas del encuentro, destacan acciones de cierto intervencionismo, más que los buenos propósitos sobre el anunciado combate conjunto a los cárteles del narcotráfico. Porque a todas luces los cuatro lineamientos que se dieron a conocer al final, fueron elaborados desde EU. El peligroso repliegue del que habla Montaño, de la diplomacia mexicana, que ahora le compete a Espinosa. Mal hecho. Por eso, la IM “evolucionará hacia una nueva fase, con una estrategia de atención a los aspectos sociales en las comunidades afectadas por la violencia”.
Así está: 1) la desarticulación de las organizaciones delictivas que actúan en ambos países, 2) el fortalecimiento de las instituciones encargadas de la procuración de justicia; 3) el desarrollo de una frontera segura y competitiva para el Siglo XXI, 4) el reforzamiento de la cohesión social en comunidades de los dos países.
Oscuras intenciones ocultas, no se menciona cómo se llegó a estas conclusiones y cómo fue que se convirtieron en tareas, dónde queda la participación de las Fuerzas Armadas mexicanas, cuántas y cuáles fuerzas especiales, si policiales o civiles, participarán en las tareas de desmantelamiento de los carteles, quienes serán y qué tipo de acciones para el fortalecimiento social, etcétera. Lagunas más que claridad. Intenciones ocultas. Eso será la nueva modalidad de la estrategia antinarco.
En resumen, siendo del interés de EU ampliar la IM “más allá de lo previsto inicialmente”, habrá acciones que pongan en peligro la seguridad de México, hasta en tanto no haya claridad sobre el papel de cada país en las acciones antinarco. De cualquier modo, EU sigue protegiendo su soberanía. Y México, en entredicho.

Correo: sgb33@hotmail.com

miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Dónde está el PRI?

INSEGURIDAD
24/marzo/2010

*El PAN conduce al país al derrumbe
*Mediocre papel como partido opositor

Más allá de la preocupación electoral de julio entrante, donde están en juego algunas gubernaturas, del Partido Revolucionario Institucional no se sabe tanto. Es decir, que el PRI ve los problemas a que conducen al país el actual gobierno de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional, y no hace lo propio como oposición mayoritaria e instituto político con experiencia en el ejercicio del poder presidencial y de la conducción política del país.
No está de más recordar que la reciente coyuntura desgastó considerablemente al principal partido opositor del gobierno, sobre todo con el cochinero en que se les convirtió el destape de la alianza entre los líderes partidistas (Beatriz Paredes, César Nava), el titular de Gobernación y el gobernador del Edomex, Enrique Peña Nieto. Incluso el descrédito de las propias alianzas como instrumento político-electoral.
Todo sucedió desde el momento en que salió a la luz pública que la carga impositiva recayó en las espaldas de la población, a cambio de avalar la Ley de Ingresos 2010 —propuesta de Calderón— para el posterior reparto del pastel. Pero no para inyectar recursos a la política económica y apoyar, digamos, el crecimiento y sacar al país de la tremenda crisis del 2009, sino exclusivamente para beneficio del presunto precandidato del PRI que lleva la delantera televisiva, Peña Nieto, con cuantiosos recursos públicos en una “campaña” extemporánea.
Pero por lo mismo, el PRI ve la tempestad y no se hinca. Es decir, pasmado como parece haber quedado tras el destape del cochinero aliancista (que echó por tierra la muy cantada promesa de no avalar alza de impuesto que afectara el bolsillo —a estas alturas, el estómago— de la población), no se le ve preocupación alguna ni en beneficio propio ni de la población. Y lo saben, pero nada hacen. Al menos es lo parece.
La materia sobra. A todas luces y por todas las fuentes se sabe cómo padecen los mexicanos al gobierno del PAN y al partido mismo. El deterioro de la economía mexicana es de lastre continuo, desde la llegada de ese partido al poder. Ni Vicente Fox ni ahora Felipe Calderón han demostrado agallas para enfrentar los problemas.
La estabilidad macro de la economía (por cierto de estancamiento, porque se persigna con el credo neoliberal fondomonetarista y de la Reserva federal estadounidense) es la que los panistas heredaron de los gobiernos del PRI, por ejemplo. Especialmente de los presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Me refiero a las variables principales de las que se encargan el Banxico y Hacienda: el circulante, el tipo de cambio, las tasas de interés, el control de la inflación (a costillas siempre de la contención salarial), la balanza de pagos y las reservas internacionales.
Fuera de eso no hay políticas públicas para el campo ni para la industria. Como secuela, tampoco hay creación de empleos (el Presidente del empleo) ni superación de la pobreza. Hay salarios de hambre para los trabajadores (cuando no se les usurpa su derecho, como sucede con el SME, al cerrar deliberada e ilegalmente LyFC; y por ahí suena amenazante la campana de Lozano con una propuesta que atropella los derechos laborales históricos de los obreros mexicanos). Y, todo lo contrario, los pobres aumentan desproporcionalmente. Los panistas están caminando en reversa, en todo lo referente al bienestar de la población. Son retrógradas.
Así, ni en materia política, como tampoco en la económica y por tanto social, los gobiernos del PAN le son útiles al país. Antes bien, se sirven a sí mismos. Y con la cuchara grande. Queda claro e indignan denuncias públicas como la del libro Camisas azules, manos negras, de Ana Lilia Pérez. Todo referente a las raterías orquestadas en la empresa, pomposamente conocida como, “de los mexicanos”, Petróleos Mexicanos.
Ahí, en pocos años los panistas han hecho lo que las aves de rapiña; o peor aún, porque los rapiñeros se alimentan, se sacian y se van. Pero ellos se han robado la riqueza petrolera al grado de declararla, como hace poco lo reveló su director, en quiebra. ¡Que no se diga que Pemex, la decimoprimer empresa petrolera del mundo está perdido! ¿Y los que se apropian del patrimonio nacional? De la revisión más superficial asomarían las tantas “manos negras”.
Y en todo esto el PRI tendría un papel fundamental; en la revisión y la denuncia pública. Es decir, ocuparse del año electoral, pero simultáneamente empeñarse en desenmascarar la jugada de los panistas que gobiernan para sí. El PRI bien que podría enmendar sus errores sobre la trastada presupuestal del 2010, alguna manera. Pero nada.
No hace tanto tiempo se reveló en Proceso (la semana anterior y la que corre) cómo aumentan las propiedades de Calderón y su familia. Más lo que falta, porque le quedan más de dos años en la Presidencia. Seguro que saldrá, igualito que Vicente Fox y Marta, a manos llenas. También se habló del peso que representa para el erario público la manutención de los expresidentes, con elevadas pensiones, salvo CSG y EZP que no las cobran, pero gozan de tantos otros beneficios.
Apenas ayer, el líder de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas, en un artículo de El Universal, comentaba los pendientes que en materia económica tienen los panistas con los mexicanos. Es decir, que el PRI tiene el diagnóstico, pero no las acciones que contrarresten las acciones del PAN. Tampoco, que le pongan la medida. La sociedad lo agradecerá cuando lo hagan.
Pero incluso la propuesta de Reforma Política del PRI en el Senado, si bien tiene puntos importantes y merece revisión aparte, tiene grandes lagunas. Deja intocable el presidencialismo de talante autoritario, por ejemplo. Reconoce también, que “no existe un nuevo arreglo institucional que refleje apropiadamente esta realidad política” actual. Entre otras cosas. Pero hay temas que no son para el futuro sino que demandan atención hoy.
Todo lo anterior, valga tanto para la lideresa priista, Paredes, como para los representantes partidistas en sendas cámaras: Manlio Fabio Beltrones y Francisco Rojas. Tal vez esperan que todo les llegue en charola de plata. Como le sucedió a Fox en el 2000. Buen ejemplo es el Distrito Federal que, siendo la capital política del país, la tienen en abandono total. Por lo mismo seguirá siendo perredista el 2012. Con todo y que los priistas sean los preferidos de las encuestas para retomar Los Pinos, en política nada hay tan seguro. ¡A ver a qué horas!

Correo: sgb33@hotmail.com

lunes, 22 de marzo de 2010

Amenaza para la seguridad

INSEGURIDAD
23/marzo/2010

*Una Cumbre para las imposiciones
*México-EU, nexo intervencionista

La “guerra” contra el narcotráfico emprendida por el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa hace tres años, ha trastocado tanto el ambiente que azuza la tranquilidad de los mexicanos, atenta contra la estabilidad de las instituciones del país, e incluso —a raíz de los últimos acontecimientos en Ciudad Juárez que dio pie a una mayor participación de Estados Unidos— se ha convertido en flagrante amenaza para la seguridad nacional.
Si bien los peligros contra la seguridad comenzaron a desestabilizar al país tiempo atrás —merced al desgobierno con que suplantó en Los Pinos al PRI el PAN, en manos de “la pareja presidencial” de los Fox—, porque las incipientes pugnas entre cárteles surgieron durante el gobierno del antecesor de Calderón, no fue sino hasta que el actual Presidente tomó la decisión (solo y son considerar a los mexicanos) de sacar al Ejército a las calles para combatir el flagelo del crimen organizado, y el narcotráfico como su expresión más aguda, que muchos temas se han acelerado y convertido en un peligro.
Así, con la determinación de echar mano del Ejército para hacer funciones de policía —persiguiendo narcotraficantes y tratando de otorgar tranquilidad al ciudadano (rosario de buenas intenciones)—, patrullando calles en ciudades donde ha arreciado la lucha de los cárteles por las plazas, el problema para Calderón se ha complicado porque más allá de los logros prometidos, el saldo es pírrico en tanto la violencia arroja cuantiosas muertes de mexicanos (17 mil y crece el número), muchos de ellos sin deberla ni temerla.
Juzgar si existe algún tipo de proteccionismo de unos por encima de otros narcotraficantes —como se cuestiona desde adentro del PAN porque no hay presencia militar en terrenos de Joaquín El Chapo Guzmán (como denuncia Manuel Clouthier), y porque el combate al crimen con el Ejército en Juárez no funciona (Manuel Espino)— es parte del balance sobre lo que se está haciendo, cómo y porqué. Y hacia dónde conduce todo.
El mayor dilema es que el gobierno no revira en su estrategia. Bueno, ni siquiera revisa si existe algún fundamento en los cuestionamientos, porque se empecina en que está avanzando, cuando los resultados en general le son adversos. Es un defecto personal —dicen los que le conocen de cerca—, porque nunca reconocerá la derrota.
Y el problema es que con ese “estilo personal de gobernar”, que incluye la imposición y, por ello no solicitar nunca aval alguno o posicionamiento siquiera a los demás poderes, sobre la presencia del Ejército en semejante tarea, se irá por el mismo rumbo en lo adelante. Como hasta ahora. La redefinición de los términos de la “guerra”, puede muy bien estar el Ejército, pero no solo, porque es una tarea del Estado, que incluye ciudadanos. Pero ni siquiera los juarenses han sido tomados en cuenta, menos los mexicanos.
Lo peor es que la tranquilidad que la sociedad demanda no tiene para cuando. Y que simultáneamente hay una sarta de problemas que se han acumulado, porque si bien la atención está puesta en el tema de la inseguridad, los demás asuntos no son menores. Como la crisis económica, que arrastra al país con secuelas graves para los ciudadanos. No hay políticas de empleo, política industrial; tampoco generación de empleo. Sigue la caída salarial (peor será si avanza la iniciativa regresiva del actual secretario del Trabajo que amenaza los derechos laborales históricamente alcanzados).
Avanza el desempleo y la changarrización de la economía. El campo está en total abandono, porque no hay política agropecuaria; al contrario, entre los programas de apoyo sobresale el Procampo que otorga prerrogativas a unos cuantos, y entre ellos hay funcionarios y narcos. Hay pobreza y pobreza extrema. Depauperización generalizada. Problemas derivados de una política económica sin rumbo ni sustento. Aunque toda la culpa la tenga esa crisis que de catarro se fue hasta abajo, en caída del 6.5 por ciento en 2009. No hay conducción clara de país.
La inestabilidad que brota desde la política tiene vertientes degenerativas; entre otras, la relación entre poderes y entre los partidos políticos. Con ello, se sacuden las relaciones entre el poder Ejecutivo y el Congreso de la Unión. El ambiente propiamente electoral de este 2010, les pega a los partidos por el interés puesto en la elección presidencial del 2012. Sobre todo los dos más grandes, PAN y PRI. El tema de las alianzas electorales en varios estados donde habrá elecciones, dejó entrever que más de uno coloca sus prioridades por encima del interés nacional.
Así, con la mera sumatoria de estos elementos, ya se tiene para que el país avance por la senda de la inestabilidad que linda y amenaza a la propia gobernabilidad —aquí se suma la polémica sobre el Estado fallido—. Sale a la luz que no hay proyecto de país; no hay rumbo ni luz hacia el final del túnel para la nación. Queda claro que el gobierno del PAN no tiene propuesta ni interés en resolver los problemas más agudos de México. Lamentable, pero así es. Porque con el garlito de la “guerra” anticrimen se desatienden otros problemas.
Y, últimamente, para variar, se suma la intentona del intervencionismo de EU en la atención de casos como la violencia en la frontera. Pero con la intención de participar en otros ámbitos de la política nacional. Y es a partir del tema Juárez, que EU arrecia en sus intentos de “colaborar” con México, que no coadyuvar o asumir la corresponsabilidad y hacer lo propio con el mismo asunto del narcotráfico.
El caso se complicará para México, si no se fijan los términos de la participación de EU —y eso le compete al Senado mexicano— en los asuntos de la seguridad y fronterizos para ambos países. Porque una intervención mayor se convertiría en amenaza latente para la seguridad de México. Más ahora que hay voces, como la del general brigadier del Ejército, Benito Medina Herrera (inducido quién sabe por qué ideas), dice que México no puede solo con el problema del crimen organizado. Esto es: “No podemos decir que el Ejército no puede, no. Es que no solamente no es el Ejército, es todo México. Todo México no puede solo, necesitamos de la colaboración internacional”. Pero a EU no se le puede mandar ese mensaje. Menos en el marco del Encuentro de seguridad México-EU.
Tampoco cuando hay senadores mexicanos que ya recibieron asesoría en materia de seguridad en EU; o, como anuncia la SRE, que en el marco del Plan Mérida, EU tiene 25 programas para “asesorar” a México en las políticas anticrimen. Y si se le deja, será intervencionismo puro. Atentatorio, entonces sí, de la seguridad de México.

Correo: sgb33@hotmail.com

domingo, 21 de marzo de 2010

EU, cambios con México

INSEGURIDAD
22/marzo/2010

*Renovar la estrategia antinarco
*Agenda de la Cumbre de seguridad

El clima de violencia que está azotando al país envuelto en la “guerra” contra el narcotráfico, y que se ve en: la pugna entre los carteles de la droga que se disputan varias “plazas” en estados como Nuevo León, Guerrero y Sinaloa; los recientes acontecimientos violentos de Ciudad Juárez donde resultaron asesinados empleados de consulado de Estados Unidos en esa entidad, está colocando a México en la mira de los Estados Unidos quien siente por ello amenazada su “seguridad” nacional desde la frontera sur.
Hay en puerta, como sabemos, dos sucesos importantes que servirán muy bien para sopesar la intencionalidad de los estadounidenses para con su vecino del sur, y se trata de la reunión de sendos gabinetes de seguridad nacional, así como del próximo encuentro entre Felipe Caderón y el presidente de EU, Barack Obama.
Está claro, sin embargo, que en su relación con México, EU quiere ver sólo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. En otras palabras, que para EU la responsabilidad por la inestabilidad derivada de la violencia en la frontera sur es sólo de México. Por lo mismo, no ve cómo rectificar compartiendo responsabilidades ni coadyuvar, sino sólo presionar e intervenir más en asuntos internos del vecino del sur. Y eso es peligroso para México. Al menos hasta en tanto no queden claros los términos de ese cambio de estrategia. Y asoman algunas intenciones.
Como EU acostumbra avisar sobre lo que se viene (previo al encuentro de mañana que definirá ya algunos términos de la nueva política), ya el embajador Carlos Pascual ha dicho que “el esquema de la relación bilateral” con México está “agotado”, como revela Proceso de esta semana, en una nota de Jenaro Villamil, “Relación agotada”. Del encuentro de la semana pasada de Pascual con integrantes de la Junta de Coordinación Política, sale a la luz pública que EU tiene más información de la que aparenta, y quiere cambios en la relación EU-México.
Beltrones y Monreal coinciden en que el embajador “tiene mucha información”. Y también “que maneja con mayor detalle los sucesos vinculados al crimen organizado, y que les planteó a los legisladores el inicio de un nuevo esquema de relación que involucre intercambio de información con el Congreso”, dice Proceso.
En entrevista, el legislador por el PT refiere que Pascual tiene una visión geopolítica de la relación con México, “que rebasa con mucho nuestra estrategia casera. Es más agudo que otros, sabe a lo que viene y está consciente de que México es la frontera más importante y más peligrosa para Estados Unidos”.
Una visión, la geopolítica, no sólo que es pobre en nuestro país, sobre todo hablando del gobierno y los legisladores —porque no ocurre lo mismo en el terreno de la investigación de México y el mundo—, sino que es urgentísimo desarrollar para ver las relaciones internacionales no con la lente del viejo nacionalismo sino bajo la óptica multidireccional y de los intereses estratégicos que pone por delante EU en su política exterior con otros como el nuestro.
Y, ambos senadores dejan entrever algo que debería preocupar al gobierno de Felipe Calderón y al PAN. Para Monreal, en EU “sienten que México les está representando un problema por su gobierno gris, que no tiene fuerza ni liderazgo para imponer políticas públicas que den tranquilidad a Estados Unidos”. Y por si la interpretación de Monreal fuera intencional, también Beltrones ofrece parte del planteamiento de Pascual.
Para el senador del PRI, coordinador de la Junta en el Senado, con el embajador se habló de “una mayor colaboración institucional y transexenal entre el Senado y la embajada de Estados Unidos”. Es decir, una relación no sólo con el gobierno, sino a pesar de él, “gris” como el de Calderón porque carece de liderazgo. Por eso EU quiere mejor una relación “institucional” con el Senado, para contar con un interlocutor más confiable: el propio Senado de México.
Eso debería preocupar, sobre todo, a Calderón su fallida estrategia antinarco le está generando problemas a EU en la frontera. Como en Juárez, con la llegada de miles de mexicanos que están pidiendo asilo o trasladando sus negocios a El Paso. No sólo los migrantes tradicionales, sino actores de todo tipo. Eso es un dilema para EU, por la violencia desatada en la entidad. ¡Como si lo fuera más para ellos que para nosotros!
Así, en lugar de que Felipe Calderón replante la estrategia, los EU hacen lo propio. En el marco de la Iniciativa Mérida, se proponen cuatro objetivos. Todos tienen que ver con “ayudar” a las agencias de la procuración de justicia adquiriendo nuevas tecnologías. EU pretende: 1) minar la capacidad operativa del crimen organizado, capturando a cabecillas, reduciendo las ganancias mediante el decomiso y frenar el lavado de dinero al igual que la producción.
Pretensión aparte, 2) el Estado de derecho, mejorando la capacidad de las instituciones de seguridad pública y las instancias judiciales; así como profesionalizar a las fuerzas armadas y la policía, mejorar correccionales e instrumentar la reforma penal; 3) mejorar la tecnología en la frontera, y agilizar el intercambio legal de mercancías y personas, restringiendo el flujo ilícito de drogas, armas, personas y efectivo; 4) comunidades fuertes, con programas de trabajo que involucren a los jóvenes en su comunidad, redes de protección civil y una mayor confianza en las instituciones. Parece el contexto de la cumbre de mañana.
Cuestión aparte es lo que los EU tienen medidas para su territorio. Obama solicitará: mayores recursos para invertir en la prevención y el tratamiento entre jóvenes; reducir la demanda de drogas y mejorar la procuración de la justicia, con un presupuesto de 15 mil millones de dólares, cantidad pequeña comparada con los más de 200 mil millones de dólares anuales que produce el narcotráfico.
Es decir, una estrategia por parte de EU, en el contexto de una visión geopolítica de un problema de dimensiones mayúsculas, frente al cual el gobierno mexicano parece pasmado. Como si esperara que los problemas se resolvieran desde afuera so riesgo de la soberanía. Entretanto, el escenario de violencia descompone ciudades completas, como los bloqueos de vialidades en Monterrey, los asesinados en Acapulco, la muerte de campesinos inocentes en Culiacán, y tantas manifestaciones más. La cumbre Calderón-Obama será para la foto, nada más.

Correo sgb33@hotmail.com

Imperialismo global

INSEGURIDAD
21/marzo/2010

*Las crisis estructurales del capital
*Contradicciones; un poco de teoría

Desde que surgió a la fecha, como estudio del sistema capitalista mundial a finales del siglo XIX (el prólogo del tomo I de El Capital, crítica de la economía política, de Carlos Marx se fechó el 25 de julio de 1867), con todo y se centró en el desarrollo inglés, el marxismo ha sido más denostado porque se le asocia exclusivamente con los movimientos sociales revolucionarios y emancipadores en varios países (desde la caída de la antigua URSS y sus satélites, el proyecto conocido como “socialismo real” está en declive; pero no por sus motivos centrales que siguen vigentes y lo estarán en tanto subsista el capital en todas sus presentaciones), donde las fuerzas progresistas han abanderado las demandas de cambio radical de explotación que instaura el capital para producir riqueza, pero no porque sus críticos —que han sido cuantiosos, todos al servicio del poder y del estatus quo establecido— le hayan restado en argumentos o solidez metodológica, histórica, económica o social.
Con su obra, cuyo estudio complementó con la publicación de dos libros más de El Capital (otros tres dedicados al estudio de la plusvalía, inéditos; sin olvidar obras como los Grundrisse, o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, descubiertos por la posteridad, y tantos libros más), el alemán nacido en Tréveris, Marx —en compañía y apoyo de su amigo, el empresario Federico Engels— sentó las bases científicas para el análisis de las contradicciones del modelo capitalista de producción, como un sistema con un desarrollo histórico específico que carga en su seno con la semilla de su propia destrucción.
La tesis básica, central, con sentido político-social y donde se manifiestan dichas contradicciones del capital, aparece en la superficie de la sociedad como lucha de clases. Como confrontación entre los actores de la producción. Como pugna entre aquella clase que, por una parte, posee los medios de la producción (una característica de todos los países capitalistas desarrollados es la solidez de dicha clase social; que en el curso de la historia se ha apropiado de dichos medios vía el asesinato, la rapiña y la conquista, las expropiaciones y las guerras, además de todo tipo de argucias legaloides como el “estado de derecho”: ver el capítulo sobre “la acumulación originaria” en el tomo I), y por la otra las tantas clases que sólo tienen su fuerza de trabajo como medio para ofertar y “vender”, percibiendo de ahí una remuneración en forma de “salario” para con ello sobrevivir él y su familia.
Con el tiempo (siglos de vigencia; al menos desde el XVI hacia acá) y la polarización de esa lucha entre las clases que se ha recrudecido de vez en vez, o en unos países más en otros menos, conforme los vaivenes (las crisis, pues) propios de la producción y la reproducción misma del capital, que es el resultado de las articulaciones —o condiciones— entre medios de producción y clases sociales para la creación de la ganancia en que transmuta vía la realización (el dinero y los precios del mercado: tomo II) el valor impreso en el curso de la producción de mercancías. Con ello se tiene una polarización irresoluble de las contradicciones.
Luego de crearse la polaridad entre ricos y pobres, en tanto aquellos acrecientan su poder basado en la posesión del dinero-capital —y cualesquiera de sus formas posteriormente desarrolladas, como el capital financiero— en forma de riqueza acumulada, las diferencias se polarizan cada vez al grado de la irresolubilidad mediante el consenso, porque sencillamente no hay las condiciones para ello. Porque el capital pugna para obtener cada vez una mayor ganancia, contra la mano de obra que lucha cada vez por obtener mejores condiciones de trabajo y la paga de un mejor salario. Ambas fuerzas luchan a contracorriente pero siempre gana el que tiene los medios contra los desposeídos, porque hay muchas condiciones creadas para evitar que triunfen.
Es decir. Los hombres que acumulan la riqueza se apropian de cuantiosas herramientas “histórico-sociales”, como el Estado y el derecho, que se encargan de “institucionalizar” las relaciones creadas (como el respeto a la propiedad privada y los títulos de propiedad y el “estado de derecho”; o el derecho de unos cuantos —como puede verse porque la aplicación de las leyes responde siempre al interés de los poderosos— por encima de todos los demás. Recuérdese que quienes administran el Estado son siempre hombres al servicio del poder, aunque bajo el ardid de la generalidad social vía los “procesos electorales”; un poder cobijado por el dinero y la clase burocrática enquistada en el aparato estatal pero que responde a un dictamen especial), y para ello sirven el derecho y la utilidad de la fuerza pública (bases en tomo III).
Luego entonces, cuando las contradicciones entre las clases (lucha de clases) se agudizan, en la superficie de la sociedad se manifiestan como pugna entre ricos y pobres. Aunque ello adopte muchas formas, como: lucha entre los hombres que poseen el dinero y los desposeídos; lucha entre el aparato del Estado —con sus tres poderes establecidos, “instituidos”— y los desamparados; entre empresarios y trabajadores, etcétera.
Pero en la radicalización de las contradicciones están la cada vez mayor pauperización de las clases trabajadoras, porque la dinámica de la ganancia del capital como tal tiende a presionar a la mano de obra hacia la extensión e intensificación de la jornada laboral (plusvalía absoluta y relativa, en el esquema de Marx, tomos I y III) con remuneración a la baja —o un salario mejor—, para poder así acrecentar dicha ganancia.
Lo que resulta peor después de un periodo de crisis (de las muchas cíclicas que padece el capital, en cuanto forman parte de su naturalidad) que demanda per se un avance tecnológico para el o los sectores “de punta”, y una mano de obra más especializada que a su vez jala al resto de la producción hacia una mayor explotación del trabajador.
Desde ahí brotan todas las contradicciones degenerativas del capital —en cualquiera de sus formas simples o desarrolladas que adopta, hasta el capital financiero y especulativo que se desarrolló desde el periodo llamado imperialismo para acá, como es la presente etapa llamada de la globalización financiera—, como resultan la polarización de la riqueza (y el eterno problema, que seguirá, de los países sobre la distribución inequitativa de la riqueza) y el subsecuente desempleo (porque hay menos oportunidades, sobre todo desde que la industria es cada vez más especializada-robotizada, y el eje de la producción cambió desde el llamado sector secundario hacia el terciario; desde la industria hacia la prestación de los servicios y, con ello la explotación del trabajo intelectual como de “creación continua”; todo lo cual deja mucha mano de obra marginada), la pobreza y la pobreza extrema.
Y si en nuestros días los países desarrollados están viviendo estos problemas, en los “en vías de desarrollo” como México el nudo gordiano resulta mucho peor. Por eso la pobreza, no se diga desde los tiempos del puritanismo neoliberal fondomonetarista aplicado por los Chicago boys, mexicanos al servicio de los hombres ricos de este país (el uso y abuso del aparato del Estado), además de vendepatrias que responden sobre todo a intereses extranjeros que a los propios (Consenso de Washington, TLCAN, EU). El capitalismo es global. Las crisis también, como lo asentó Marx. En Europa protestan los trabajadores en Grecia y España. En México, la tradición de los 10 (1810, 1910) es revolucionaria. Síndromes de la crisis del imperialismo global.

Correo: sgb33@hotmail.com

viernes, 19 de marzo de 2010

Juárez, visión integral

INSEGURIDAD
19/marzo/2010

*La dialéctica de un dilema complejo
*México-EU, la corresponsabilidad

Construir una visión integral, es lo que hace falta para combatir el problema del narcotráfico y del crimen organizado —no sólo de policías y ladrones— evitando con ello tanta violencia desatada. No sólo en México, sino también con otras partes del mundo como los propios Estados Unidos y hasta Latinoamérica.
Pero en el caso mexicano, en tanto la estrategia contra el flagelo siga como hasta ahora en Ciudad Juárez (el problema es de alcance nacional, pero quedémonos aquí), recargándose exclusivamente en el papel del Ejército, la situación seguirá complicada cada vez porque a todas luces es insuficiente. Ya sobran los reclamos sociales y las pruebas de ello en las estadísticas.
Eso es lo primero que tiene que reconocer el gobierno mexicano para recomponer la estrategia. No sólo porque el problema no cede, sino porque cada vez resulta más difícil para las personas que están viviendo en carne propia la violencia desatada por las bandas que pelean por el control de la plaza en aquella entidad.
No se olvide que Juárez es un sitio estratégico por la cercanía con Estados Unidos vía El Paso, Texas. Y por lo tanto, con el mercado consumidor de drogas —en todas sus presentaciones— más grande del mundo. Esta es la parte que tiene que entender Estados Unidos también para decidir qué hacer.
Es decir, estrategia antimafia y mercado consumidor, drogas y negocio, como algunas facetas de las varias que tiene el complejo problema en el que están metidos los dos países vecinos: México y EU. Y tienen que abordar para acotar primero y acabarlo después.
Porque el flagelo no respeta fronteras. Y no lo hace porque son complementarias. Es el cruce de la droga y de los dólares. Y de otras mercancías como armas y balas (ni se diga la trata de personas en forma de migrantes, y otras). Un negocio de ida y vuelta o viceversa, donde hay intrincados intereses. Por lo mismo el problema tampoco es solo fronterizo. El fenómeno del crimen organizado, se corresponde con otros ilícitos, tiene presencia y movilidad global.
Como tal es un síndrome de la globalización y utiliza las redes económicas y financieras para su realización: compra-venta de droga entre el menudista y el consumidor, mercancía que se paga con dinero en dólares, inversiones más variadas para el lavado, y depósitos bancarios que se acumulan como grandes riquezas ilícitas, y/o que igual se mueven hacia los paraísos fiscales a formar parte del capital financiero global.
Aún así, en los balances se olvida con frecuencia que es un problema de dos. Que ambos países están en el centro. Y tienen una responsabilidad compartida. Porque del lado estadounidense ni lo ven ni lo juzgan así. Al contrario, para ellos es un flagelo mexicano. Por eso le cargan todo el peso. Más en casos como el reciente, donde murieron los empleados del consulado de EU en Juárez. Hay indignación por los hechos.
Claro que hay motivo para la indignación. Pero que haya para reconocer el problema como dilema no tanto fronterizo sino de implicación mayor. Incluso como tema de oferta y demanda, que alimenta un mercado de productores y consumidores.
El problema tiene que plantearse, pues, en su justa dimensión. Y atenderse como tal. Como decimos, bajo el principio de la responsabilidad compartida, pero articulada, no como discurso. Puesto que la violencia no es el motor. Es la secuela del tráfico de estupefacientes entre los dos países. Una consecuencia cuyas raíces penetran una parte de la estructura socialmente dañada. De aquellos individuos que se organizan para operar un negocio altamente redituable. Desde el que planta y procesa, hasta el que traslada y vende. Y el pleito a muerte es por el mercado.
En la parte de la responsabilidad compartida brotan algunos temas. No obstante, lo primero es adoptar la corresponsabilidad como política. Como esfuerzo de la colaboración entre México y EU. Porque las medidas unilaterales, así se presuman como muy efectivas, no funcionarán. Como no están funcionando en México.
Colaboración, claro está, en el marco del respectivo derecho internacional. Y reconocer que se requieren planes propios, sí pero complementarios. Sin mayor injerencia. Para eso puede servir muy bien la próxima cumbre diplomática del martes 23, donde estarán funcionarios de alto nivel de EU y México, del gobierno y la seguridad.
Asumida la responsabilidad pasar a las acciones. Como, por ejemplo, reforzar la vigilancia en los cruces fronterizos. Ser escrupulosos para desalentar los traslados de dinero, droga y armas. Renovar a policías de ambos países para evitar filtraciones por corrupción. Ello no implica la militarización de la frontera. La pesquisa de narcotraficantes es importante pero insuficiente, porque hoy se detiene a uno de un cartel, y mañana se renueva como cabeza de la hidra.
El trabajo debe hacerlo la policía investigadora, de inteligencia. No sólo para detener narcos, sobre todo para desarticular los circuitos del dinero ilícito, en cualquiera de las formas que adopte, sean inversiones o capital financiero. Eso es primordial y funciona con operaciones articuladas. Dialéctica compleja.
Entretanto, la solución no comienza descalificando o lanzando promesas de ambos lados. Que si la presencia del Ejército en Juárez “no ha ayudado a nada”, como declaró la secretaria de Seguridad, Janet Napolitano. Y refutó Gómez Mont: “Una afirmación que a mí me parece reprochable”. Que si se discute “la necesidad de seguir trabajando” (JP Crowley, portavoz del Departamento de Estado). Que no es “una actitud injerencista, más bien una preocupación compartida” de EU, como afirmó Manlio Fabio Beltrones.
Que si hay que “hacer más por ayudar a México a combatir el narcotráfico”, como lo planteó el Congreso de EU. O Allegarle más recursos para aumentar la vigilancia de la frontera, vía el Plan Mérida. Más descalificación y buenas intenciones de entrarle al toro por los cuernos. Un reto más para una relación entre países de por sí compleja.

Correo: sgb33@hotmail.com