miércoles, 16 de diciembre de 2009

Nobel de la paz, por la guerra

INSEGURIDAD
13/diciembre/2009

*Barack Obama y el belicismo de EU
*El desatino del Comité Noruego

No resulta de fácil comprensión, pero veamos algunos antecedentes. Muchos hombres han trabajado y conseguido importantes descubrimientos en el terreno de la ciencia —al igual que en la medicina, la literatura y a beneficio de la paz— a lo largo del belicoso siglo XX y lo que va del XXI (que pinta peor por la continuidad), principalmente en aquellos países donde se destinan mayores recursos a la investigación e incentivos a los científicos dedicados de tiempo completo, y por ello han sido acreedores a alguno de los cinco reconocimientos que Alfred Nobel (1833-1896) quiso que se otorgaran anualmente, un año después de 1900, cuando se creó la fundación que lleva su nombre.
Del origen de los fondos. El químico sueco logró amasar una gran fortuna, gracias a las patentes de sus descubrimientos y a la fundación de varias compañías dedicadas a la fabricación y comercialización de explosivos, además del fruto de sus inversiones en pozos petroleros en el Cáucaso. Cuando midió el alcance de sus invenciones, consideró los desastres causados a la humanidad por su acciones y determinó que su fortuna se empleara para, de los intereses devengados, premiar anualmente a toda aquella persona que más beneficio otorgara a la humanidad, en cinco áreas de la actividad científica por él consideradas: la física, la química, la medicina, la literatura y la paz.
Sobre el Nobel de la Paz, específicamente, el filántropo escribió en su testamento: “Para los campeones de la paz”. Con la precisión siguiente: “Una (quinta) parte a la persona que se ha hecho la mayor parte o la mejor obra de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes, y para la celebración y promoción de congresos de paz”. Y agregó: “Es mi deseo expresar que en la adjudicación de los premios no se considera a la nacionalidad de los candidatos, pero que el más digno, recibirá el premio, independientemente de que sean escandinavo o no”.
Desde entonces (1901), el Nobel de la Paz se ha otorgado a 95 personas y a 23 organizaciones, y en este 2009 el Comité Noruego decidió entregar el reconocimiento al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, diploma y medalla, acompañado de 10 millones de coronas suecas (un millón, 434 dólares). La justificación quedó como sigue: “Por sus esfuerzos extraordinarios para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”, en palabras de su presidente Thorbjoern Jagland.
Pero hubo más. “El comité otorgó mucha importancia a la visión y a los esfuerzos de Obama en la perspectiva de un mundo sin armas nucleares”. Y el presidente de EU ha pedido el desarme mundial y trabaja para reiniciar el estancado proceso de paz en Medio Oriente, desde que asumió el cargo en enero. “Además de que ha reactivado (sic), no sin críticas internas, la política multilateral estadounidense tras los años de la administración de George Bush”. Se consideran sus propuestas de negociar con Cuba e Irán. Por lo que: “Sólo muy rara vez una persona ha logrado al mismo grado que Obama, captura la atención del mundo y dar esperanza a su pueblo de un mejor futuro”, según el comité. “Obama ha creado, como presidente, un clima nuevo en política internacional. La diplomacia multilateral ha recuperado una posición central, con énfasis en el papel que pueden tener las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales” (cursivas SGB). Promesas, las de Obama, ni para su país y el mundo. Un corolario de expectativas generadas luego de su triunfo electoral el 4 de noviembre de 2008.
Así, queda claro que el Comité Noruego se apresuró en reconocer a Obama. Porque en los hechos, el premiado está aplicando la misma política belicista de George Bush, su antecesor republicano. Mantiene la guerra en Irak y ha decidido enviar 30 mil soldados más a Afganistán —con la promesa del retiro en el verano de 2011—. Tampoco meterá en cintura al eterno aliado en Medio Oriente, Israel. Sin el rompimiento de la política de Bush, ¿cómo evitará la ofensiva en contra de Paquistán (e Irán), que está en la lista negra del Pentágono? El cierre de Guantánamo es promesa. Porque Obama obedece a las presiones de la derecha de su país.
De ahí la lluvia de críticas que el Nobel ha generado en el mundo, porque Barack Obama no es “el candidato más digno”, ni un “campeón de la paz”, como quería Alfred Nobel. Los miles de jóvenes noruegos se manifestaron: “Ya te lo ganaste. Ahora merécetelo”, le reprocharon. Recibirlo fue peor (“No estaba obligado a un acto cínico”, le reclamó Fidel Castro), que la justificación discursiva. “La considerable controversia que… rodea mi recibimiento de este premio —dijo en el foro— es el hecho de que yo soy el comandante en jefe de una nación (y del ejército más poderoso del mundo, olvidó decir) que está en medio de dos guerras… Enfrento el mundo como es y no puedo permanecer sin hacer nada frente a amenazas al pueblo estadounidense” (¿cuál amenaza?; no podía dar vuelta a la hoja).
Pero “a veces la guerra es necesaria, y en cierta medida la guerra es una expresión de los sentimientos humanos”. Como el fin que justifica los medios. Es más, “nunca es gloriosa (la guerra) y jamás debe ser presentada como tal… pero a veces puede no sólo ser necesaria, sino moralmente justificable”. Algo así como la paz de los sepulcros. No obstante, recibe el premio con “gran humildad. En comparación con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio, mis logros son escasos”.
En fin, que no es un reconocimiento a la paz, es un premio por la guerra de un presidente, y de un imperio. Ese fue el desatino del Comité Noruego que otorgó —prematuramente o no— el Premio Nobel 2009 a Barack Obama.


Correo: sgb33@hotmail.com.
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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