domingo, 6 de diciembre de 2009

La SCJN estrena ministros

INSEGURIDAD
03/diciembre/2009

*Compromisos de los relevos
*Atender la demanda ciudadana

Una vez electos, por lo menos que no queden en promesas de campaña, como se da siempre entre los candidatos a puestos de elección popular, las propuestas de “aire fresco” que traerán —porque lo requiere— a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), los recién nombrados nuevos ministros, Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea y Luis María Aguilar Morales.
Surgidos de las respectivas ternas para suplir a los ministros en retirada, Mariano Azuela Güitrón y Genaro Góngora Pimentel, ambos candidatos fueron votados por arriba de la mayoría calificada necesaria, por el Senado hace dos días, el martes 1 de diciembre. La suspicacia sobre nombramiento y proceso es de origen. No es ninguna novedad. Forma parte, incluso, de las fallas del procedimiento vigente. Por la simple y sencilla razón de que las “ternas” son presentadas para el análisis senatorial correspondiente —digamos que “preseleccionados”—, por el Presidente de la República en turno. En este caso, Felipe Calderón Hinojosa. Como sucede con la titularidad de otros órganos y, por ejemplo, se dio en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, cuando recién se cambió al presidente. Y queda pendiente, todavía, la designación del titular del Banco de México.
Incluso la votación del Senado que decide, depende de los acuerdos previos entre el Presidente y los partidos, o al interior de los propios partidos, y los que se dan entre los dirigentes partidistas y los candidatos. Ya sean compromisos abiertos o “bajo el agua”, los que se dan previos a la decisión legislativa de emitir el voto. En otras palabras, son los cotos de poder los que deciden, y no la elección entre los mejores del área —en este caso la lectura e interpretación constitucional—, como debería ocurrir en una democracia que avanza con causes claramente institucionales, o con una visión de Estado.
Por eso se dice, de este proceso, que ha sido el amarre entre los partidos PRI y PAN, el que se ha impuesto al elegir ministros. Incluso, que la vertiente de derecha panista es la que ha prevalecido y triunfado en el relevo de Góngora y Azuela, con los nombramientos de Zaldívar y Aguilar. Pero también se presume que son los mejores de entre las propuestas que llegaron al Senado.
Los compromisos de los dos nuevos ministros son, ciertamente importantes. Por un lado, en sendos discursos Zaldívar y Aguilar coincidieron en que la Corte no puede ignorar los reclamos reiterados de justicia de la sociedad y el evolucionar hacia el fortalecimiento y la transparencia en la rendición de cuentas para ganar legitimidad. Zaldívar, graduado de la Escuela Libre de Derecho —de donde salió también Calderón; ¿favoritismo?—, sacó una agenda de 10 puntos porque “los mexicanos queremos justicia, un reclamo añejo pero vigente, que el máximo tribunal debe proporcionar con imparcialidad, congruencia y transparencia”. Y Aguilar —consejero de la Judicatura Federal—, se dice comprometido “con una visión de Estado, basada en la norma fundamental”, dispuesto a “lo que mejor sabe hacer para ser útil a los demás”, por “toda una vida consagrada a la impartición de la justicia constitucional”.
Zaldívar se declara por otros temas, como: una actividad más intensa en la protección y el desarrollo de los derechos fundamentales; no privilegiar la resolución de conflictos entre poderes; criterios y prácticas judiciales propios de un mayor acceso a la justicia constitucional; acabar con la justicia elitista, que vemos todos los días y trata de manera diferente a quienes tienen dinero y a los que no; una Corte que funde su actuación en una ética de la responsabilidad. Una Corte que se comprometa “con la austeridad y la rendición de cuentas”, algo que esperan los mexicanos de la SCJN.
Aguilar ofrece “no ignorar los reclamos de justica del pueblo mexicano”; decidir mejor sobre la protección de los derechos humanos; un “compromiso decidido con las mujeres” y actuar contra la discriminación y a favor de la igualdad de oportunidades y de trato entre géneros; actuar con valentía “contra la corrupción, cualquiera que sea su cara”, para “asegurar el cumplimiento de la garantía sustancial, patrimonio de todos, contenida en el Artículo 17 constitucional, que mandata una justicia pronta, completa, expedita y gratuita”. Una parte, de lo mejor que sabe hacer, “para ser útil a los demás”.
Así pues, las promesas de los dos nuevos ministros, tan indispensables de llevarse a cabo, como “abrir las ventanas de la Corte para que entre aire fresco”, como dijo Zaldívar, porque en los últimos años el máximo órgano regulador de la justicia constitucional en México se ha encargado de atender, ciertamente, los conflictos entre los otros dos poderes —Ejecutivo y Legislativo— con atinado juicio y celeridad, pero ha descuidado algunas de sus funciones.
Cumpliendo la encomienda que le asignó la reforma de 1994 donde goza de mayor autonomía, la SCJN ha contribuido, ciertamente, a bajar el “humo” a las tensiones políticas y encontrar salida pacífica a los conflictos en temas importantes de la vida política del país, pero ve más hacia arriba —hacia el poder— que hacia abajo —la sociedad—, y por lo mismo despreciando temas importantes. Algunos de los cuales que han sido mencionadas por los nuevos ministros. Como la mayor protección que la ciudadanía demanda.
Porque en la práctica nadie vela por el ciudadano, con todo y que teóricamente goza de muchos derechos conforme a la Constitución, hay una total desprotección de parte de las autoridades, sin instancia alguna que lo defienda. Quizá porque a la SCJN le hace falta, más que promesas, otra reforma para actualizar sus funciones conforme a eso: a las demandas ciudadanas.

Correo: sgb33@hotmail.com, blog: http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario