jueves, 17 de diciembre de 2009

Cae el Jefe de jefes

INSEGURIDAD
18/diciembre/2009

*Exitoso operativo Cuernavaca
*El mérito es de La Marina

Un punto a favor, con muchos en contra. Acabar con Arturo Beltrán Leyva, La Muerte, El Barbas o El Jefe de jefes, es un mérito de la Secretaría de Marina y un golpe de suerte para Felipe Calderón. El cabecilla del cartel de Sinaloa, enemigo de Joaquín Loera El Chapo Guzmán desde enero del 2008 —cuando fue capturado el hermano Alfredo Beltrán El Mochomo—, era también el líder de los Beltrán Leyva, aliado del brazo armado del cartel del Golfo, Los Zetas (firmaron “pacto de no agresión”), y uno de los tres capos más buscados por Estados Unidos y perseguido por autoridades mexicanas —los otros dos son: El Chapo e Ismael El Mayo Zambada.
Violencia generalizada que siembra el terror. Los Beltrán Leyva realizaban ejecuciones para “limpiar” las plazas bajo su control, asesinando secuestradores, ladrones de autos y extorsionadores en estados como Guerrero, Morelos y el Distrito Federal. Además de apadrinar a grupos de gatilleros en Guerrero (Los Pelones) y Sinaloa (Los Güeros), para hacer el trabajo sucio de quitar territorio y mercado a los enemigos. A la competencia de otros como El Chapo. Mediante la llamada “Operación limpieza”, se presume, incluso que El Barbas y su banda lograron infiltrar altas autoridades de la PGR, la SIEDO y la Interpol México, mediante las relaciones de Alberto Pineda Villa, alias El Borrado.
Jefe de Jefes, con corrido y todo, el narcotraficante era uno de los capos más peligrosos de los traficantes de droga en México, con operaciones desde Colombia (su relación era con el cartel Norte del Valle, de dicho país) hasta el mercado más grande del mundo, el de los Estados Unidos. Pasando por territorios “controlados” para operaciones propias del transporte de droga y lavado de dinero, en varios estados de la República donde aparecen Morelos —posible centro de trabajo—, Puebla, Coahuila, Chihuahua, Durango, San Luis Potosí, Tamaulipas, Nuevo León, Jalisco, Guanajuato, Nayarit, Oaxaca. Y con Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, se expandieron a Guerrero, Chiapas, Querétaro, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Estado de México, Distrito Federal, y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
La Armada de México trajo a salto de mata a Arturo Beltrán durante los últimos ocho días, hasta que lo cazó. Lo seguía desde el enfrentamiento del jueves 10 de diciembre en Cholula y Puebla, en donde murieron cuatro pistoleros. El viernes 11 se les escabulló de Tepoztlán, Morelos, de una preposada en donde amenizaban los Cadetes de Linares, Grupo Torrente y el conjunto de Ramón Ayala. Ahí murieron tres sicarios y otros nueve fueron capturados. Uno de los detenidos ese día dio el pitazo de que Arturo Beltrán Leyva se escondía en el fraccionamiento “Altitudes”, un exclusivo conjunto habitacional ubicado en el centro de Cuernavaca, estado de Morelos.
Ahí acabó la persecución el miércoles 16 de diciembre por la noche, luego de la balacera de 45 minutos en donde los marinos pusieron fin a La Muerte, El Jefe de Jefes —se presume que también estaba La Barbie, pero no apareció entre las víctimas—, junto a otros seis pistoleros que lo resguardaban y otros detenidos, entre ellos dos mujeres de 18 y 44 años.
Tras el anuncio de la muerte de El Barbas, la Procuraduría General de la República advirtió sobre el riesgo posible que se avecina por la recomposición del cartel en cuestión. Tanto al interior como hacia afuera, por los posibles choques con las otras bandas del crimen organizado. Pero se advierte que el liderazgo del grupo lo asumiría el hermano prófugo, Héctor Beltrán Leyva.
Bien por la Secretaria de Marina, porque realizó con éxito el trabajo peligroso. Pero no es tiempo para regodeos de Calderón, como lo expresó desde Copenhague donde andaba —en la fallida cumbre climática—. La Operación Cuernavaca ha sido “producto, dijo el presidente, de una intensa labor de inteligencia de la Armada”, y con ellos “ha quedado demostrado que la inteligencia es un arma eficaz y poderosa contra el crimen organizado”.
Tampoco es tiempo de cantar victoria. Michele M. Leonhart, la administradora interina de la agencia antidrogas, la DEA, dijo que “el reino de Arturo Beltrán Leyva ha terminado”. Y su muerte representa un golpe demoledor a uno de los carteles más violentos del mundo. Pero no hay nada seguro todavía.
Para el gobierno de Calderón es más un golpe de suerte. Y lo es porque se inserta en un contexto de guerra que lleva muchas vidas. Todo porque no hay estrategia. Los 16 mil muertos que van desde el inicio del sexenio calderonista no habrían ocurrido si desde hace tres años hubiera algo más que el enfrentamiento armado.
Por eso hay que insistir en la urgencia de replantear la ruta. Ahora es cuando se puede y debe redefinir la estrategia a seguir. Ahora es cuando debe escucharse la voz de los expertos —analistas independientes e investigadores de las universidades—, al igual que revisar las políticas aplicadas en otros países. Desde ya dejar a un lado la soberbia con la que inició una guerra entintada con mucha sangre.
Urge saltar del enfrentamiento en las calles al ataque desde las entrañas mismas de la delincuencia. Nada se hace por atacar los flujos de recursos de procedencia ilícita ni por contener el lavado de dinero. Al menos no lo suficiente porque las bandas siguen creciendo, y generando tremendas ganancias ilícitas en dinero contante y sonante. No hay alianza con el ciudadano, porque esta lucha de Calderón comenzó al revés.

NB. Por los días festivos que vienen, este autor deja de publicar hasta el próximo día 4 de enero. Felices fiestas.


Correo: sgb33@hotmail.com, blog: http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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