jueves, 17 de diciembre de 2009

La propuesta de Calderón-II

INSEGURIDAD
17/diciembre/2009

*Fortalecer y reelegir al Presidente
*El decálogo, iniciativa retrógrada

Con el esqueleto del sistema político mexicano de consejero, y dejando intacto el autoritarismo con el que se ejercita en el cargo (el “estilo personal de gobernar”), el presidente Felipe Calderón va por la reelección presidencial. No lo dice en su decálogo de reforma político-electoral (que nada tiene de reforma del Estado), pero apunta para allá. Y de paso, con el pretexto de “fortalecer el vínculo entre ciudadanía y sistema político, e instituir mecanismos para consolidar las instituciones”, lo que busca es vigorizar el presidencialismo.
Lo que primero intenta romper es el prejuicio de la reelección, que causa tanto revuelo entre los mexicanos —no únicamente al interior de la clase política— desde que Porfirio Díaz fue echado de Palacio Nacional con un levantamiento armado que devino en la primera Revolución del siglo XX.
Por eso, en los diez puntos propone reelegir a legisladores federales (léase Congreso de la Unión), a los alcaldes y demás autoridades de los ayuntamientos; así como a “jefes delegacionales en los estados de la República” (¿se refiere a los gobernadores?), hasta por un periodo de 12 años. Pero reelección sin revocación de mandato no funciona, como tantas veces lo ha dicho Porfirio Muñoz Ledo; así como la rendición de cuentas cuya ausencia va de la mano de la corrupción que deriva en enriquecimiento inexplicable de representantes populares y demás funcionarios.
Una vez roto el estigma de la reelección, entonces le pega un parche a la Constitución y el Presidente también repite periodo sexenal. Pero antes de que eso se convierta en una posibilidad —porque Calderón no lo señala directa ni claramente para no levantar sospechas— quiere un Presidente todavía más fuerte de lo que se lo heredó el PRI. Ejercer un presidencialismo con mayores facultades de las que tiene, y las que se le adjudica durante cada sexenio (con todo y que Vicente Fox debilitó más a la institución presidencial).
Y para que el Congreso no le enmiende la plana en materia presupuestal —en el manejo de los recursos, tanto en lo referente al ingreso como a los egresos; recuérdense los debates de la última reforma presupuestal—, Calderón propone en el punto 10, establecer “observaciones parciales o totales”. Lo que quiere decir que, convertido en oficialía de partes, el Congreso de la Unión aprobaría una ley, pero el Presidente decide sobre el contenido final. No solo en lo referente al “Presupuesto de Egresos”, sino a “los proyectos aprobados por el Congreso”; es decir a todas las leyes que surjan del legislativo. Una atribución mucho más allá del derecho de veto que ya ejerce, porque simplemente el Presidente haría su voluntad.
Por si fuera poco, también propone “facultar al Poder Ejecutivo para que pueda presentar al Congreso dos iniciativas preferentes que deberán votarse antes de que concluya el periodo (¿“presidencial o del Congreso?). En caso contrario éstas se considerarán aprobadas”. Es decir, que el Ejecutivo decide. Así las iniciativas sean presentadas al último minuto del periodo en cuestión. El colmo de la imposición.
Pero el asunto de fortalecer al presidencialismo no para ahí. Bajo el supuesto de “consolidar las instituciones”, Felipe Calderón propone la reducción del número de integrantes del Congreso. Menos diputados y menos senadores. Tres senadores por estado y 400 diputados. Serían 240 por mayoría relativa y 160 por representación proporcional. Eso no está mal, siempre y cuando no baje la representación partidista. El Congreso puede operar mejor con menos legisladores. Es verdad. Pero si adolece de la pluralidad de ahora no funciona.
Menos cuando la tirada de Felipe Calderón es que desaparezcan los partidos chicos al aumentar del 2 al 4 por ciento el porcentaje mínimo para conservar el registro ante el IFE. Sabe que la chiquillada junta suma votos a favor o en contra. Y el PAN no las tiene todas consigo. Más bien el intento de Calderón, en este punto es, como bien se avizora ya, algo que va de la mano de la “segunda vuelta electoral para la elección de Presidente de la República”: unir al PRI y al PAN en contra de un tercero. En su caso, para golpear al PRD (la mal llamada izquierda) y sus no menos fuertes candidatos.
Es decir, que la pluralidad ideológica y partidista desfavorece al presidencialismo, sea panista o priista. Dispersa menos el voto —abriendo las posibilidades de una mayor captación de votos, y ganando así legitimidad— y controla mejor el poder ahora disperso.
El otorgamiento a la SCJN para presentar iniciativas de ley en el ámbito de su competencia es importante, pero no lo es la propuesta de “iniciativa ciudadana”. En este caso las propuestas quedarían sujetas a la agenda legislativa, y difícilmente pasarían a discusión y aprobación del Congreso. Eso no llena la promesa de “fortalecer el vínculo entre ciudadanía y sistema político”, porque sólo la promesa lo sustenta. No están, en cambio, el plebiscito y el referéndum, que son demandas añejas.
El tema de las “candidaturas independientes” tendría muchos candados. De aprobarse, si bien le quitaría el monopolio a los partidos para aspirar a un cargo de elección popular, sin recursos para hacer campañas, sin el apoyo para vigilar el voto en las casillas, y sin una estructura para organizar la propia campaña, no opera. Salvo que brinque algún candidato de mucha lana. Pero eso es más un gancho de la iniciativa que un avance.
No hay que perder de vista que la mira de Felipe Calderón está en la reelección presidencial, de la mano de ratificar otras autoridades previamente. Fortalecer el presidencialismo, otorgarle mayores facultades, pasando por debilitar al Congreso. Delimitar y doblegar al poder legislativo; desarticular el sistema de partidos y, unir a los dos grandes en contra del tercero en discordia para asegurar —mediante segunda vuelta— el triunfo de PRI o PAN en el caso de la elección presidencial. Decálogo retrógrado, el de Calderón. Más la víspera del 2010. A 100 años de que arrancó la revuelta bajo la consigna de: “Sufragio Efectivo, No Reelección”.


Correo: sgb33@hotmail.com, blog: http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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