domingo, 6 de diciembre de 2009

Las narcocampañas

INSEGURIDAD
04/diciembre/2009

*Los peligros son mayúsculos
*Del financiamiento hasta el poder

Es tan grande el riesgo de las narcocampañas para el país, como urgente prender todas las alarmas para impedir el ascenso de los narcopolíticos en cualquiera de los espacios de poder y, no se diga, de llegar hasta el peligro extremo de construir un narcoEstado. Y tal riesgo está latente. No únicamente en tiempos de campañas políticas, porque la delincuencia está ganando espacios a pasos agigantados en todo momento, y comprando o coludiendo personas de todos los niveles —empresariales o del campo— y/o estratos sociales.
La infiltración de las actividades ilícitas penetra más fácilmente en una sociedad lastimada por la crisis económica. Y resentida con un gobierno que de plano los abandona, porque no plantea salidas. En el campo, los hombres, jóvenes, mujeres y niños son cooptados para la siembra en sus tierras y para la cosecha de enervantes; para el procesamiento, cuidado y vigilancia de todo lo relacionado con las drogas. En las ciudades, desde los niños que peligran dentro y fuera de las escuelas, y los jóvenes que son introducidos al consumo que deriva en dependencia, hasta aquellos adultos que son inducidos al negocio, sucio y peligroso, pero de dinero fácil.
Por las tentaciones del dinero, por la dependencia que genera el consumo de las drogas y por la falta de los apoyos del Estado con programas económicos-sociales-culturales para todas las edades, como alternativas de solución a los problemas de la vida cotidiana, es que el narcotráfico penetra las estructuras sociales. La vida social y la vida económica de los pueblos. Y la amenaza creciente: de llegar hasta el control de instancias de poder, o de espacios para la toma de decisiones en gobierno. Amenaza que crece por la corrupción y la impunidad prevalecientes que impiden enfrentar aquellos casos, tan pronto hacen acto de presencia. Máxime cuando la justicia se ejerce de manera parcial y selectiva.
Por eso, no resulta tan alarmante cuando se menciona que, a estas alturas, un número muy elevado de municipios del país están ya bajo la influencia del narcotráfico. Porque eso significa que todos los niveles de gobierno —municipal, estatal y federal— no están haciendo lo suficiente tanto para resolver los problemas en la célula de la República (el municipio), como para contener dicha penetración en otras escalas.
Recuérdese como desde el mes de junio del año pasado, el asesor de Naciones Unidas, Edgardo Buscaglia, advertía cómo entre el 50 y el 60 por ciento de los gobiernos municipales en el país habían sido “capturados o feudalizados” por el narcotráfico. Y agregaba: “Los altos niveles de corrupción y delincuencia organizada sólo pueden ser sostenibles cuando los estados no gozan de niveles aceptables de gobernabilidad, entonces se dan alianzas tácticas o explícitas entre actores políticos y empresas privadas con organizaciones criminales”. Eso se da en China y Rusia. “Y no me llamaría la atención que también ocurra en México”.
Pero el problema no para ahí, porque “todos los países —advertía Buscaglia— sufren la infiltración de la delincuencia organizada, primero entran mediante relaciones personales, sobornos o extorsiones; luego feudalizan, cuando el personaje al que financian se transforma en diputado, alcalde o gobernador”… Indagatorias en varios estados de la República arrojan la conclusión de que “a escala municipal México está sufriendo una feudalización de su sistema político (además) del ámbito municipal se está yendo hacia las gubernaturas.” Y remata: El caso de Mario Villanueva no debe verse como el último.
En otras palabras, se está ante un problema de muchas y peligrosas aristas. Y el riesgo no está sólo en “las campañas”, como les ocupa en estos días a los actores políticos —incluido el presidente—; ni es un problema únicamente de los partidos. Es una amenaza para el país, como lo es en el mundo. El peligro está en sus actividades vitales para México: políticas, sociales y económicas.
Dejar de lado la miopía ayudará a mirar el problema en toda su dimensión. Para ello, es importante elaborar una propuesta con la meta de redefinir la política y replantearse la vida de la República. Esto, bajo la mira de refrendar la institucionalidad en todas las actividades relacionadas con la vida política y de gobierno. A fin de renovar la gobernabilidad dentro de marco constitucional y bajo preceptos democráticos. Eso ayudaría, de paso, a encontrar alternativas a los grades temas de fondo. También a problemas transitorios como la crisis económica y, desde luego a otros como la inseguridad que lacera y trastoca la vida social de los mexicanos.
No sirve mirar nada más el tema del financiamiento a los partidos, y lo relativo a las campañas políticas. Los cañonazos de 50 mil pesos quedaron para la historia. Por allá en los tiempos de Álvaro Obregón. Ahora las tentaciones de penetración son mayúsculas. Y con ello las amenazas para la vida política y social. Para la vida económica también.
La “compra” de funcionarios, la colusión de servidores públicos y el financiamiento de candidatos son problemas tan grandes como posibles por las monumentales cantidades de recursos que se manejan en las actividades relacionadas con el crimen organizado y con el narcotráfico. Diputados federales del PAN, PRD y PRI aseguran que de cara a las elecciones presidenciales de 2012, es necesario vigilar y transparentar los recursos de partidos políticos y sus campañas, para evitar la entrada de dinero de parte del crimen organizado. Pero ojalá y que el problema acabara en eso. Como lo refirió ayer Vidal Helgesen, el secretario general del Instituto Internacional por la Democracia y la Asistencia Electoral: “La penetración de la política por el crimen organizado se está convirtiendo en un fenómeno global”. Porque hace tiempo que dejó de ser local. Por la simple y sencilla razón de que el problema del narcotráfico es un tema de la descomposición del imperialismo de la globalización.


Correo: sgb33@hotmail.com, blog: http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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