miércoles, 16 de diciembre de 2009

El reality show de Juanito

INSEGURIDAD
14/diciembre/2009

*Perdió la corriente de René Arce
*Ganó el ciudadano de Iztapalapa

Rafael Acosta Ángeles, alias Juanito, ganó perdiendo o perdió ganando en las elecciones del 6 de julio de 2009. Usted elige. Y Marcelo Ebrard Casaubón, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, se desembarazó de un problema que le dejó la intriga palaciega de aquellos grupos perredistas que se disputaron la delegación Iztapalapa como coto de poder, más que como preocupación para enfrentar y resolver los problemas de los habitantes de la demarcación.
Desde que a la corriente ligada con la familia de René Arce Islas —primero él fue delegado, luego su hermano Víctor Hugo Círigo que le sucedió, y finalmente la esposa (¿o ex?) Silvia Oliva Fragoso, quien compitió en la última elección—, le disgustó que otros grupos dentro del mismo Partido de la Revolución Democrática (PRD) le disputaran esa rebanada del pastel que representa el control de la delegación más grande del DF (e igualmente una de las más complicadas para gobernar), operaron hasta lo imposible para no perder Iztapalapa.
El hecho de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), le retirara el reconocimiento a la más firme opositora de aquél grupo, Clara Marina Brugada Molina, para otorgárselo a Silvia Oliva pese al triunfo electoral interno perredista por una diferencia superior a los 5 mil votos, metió en un galimatías y convirtió en una amenaza grave a los propios iztapalapenses por el escenario de descomposición política generada y por la disputa que amenazó al grado de confrontación, no sólo entre perredistas sino entre los ciudadanos mismos.
Dicha resolución del TEPJF causó, más pronto que tarde, la suspicacia generalizada de que el triunfo logrado por Brugada en la interna del PRD habría sido negociado dentro de propio Tribunal para dárselo —sin merecerlo— a la propia Oliva del grupo o la corriente Nueva Izquierda (NI) que encabeza René Arce. Después se sabría que la manipulación tenía nombres, porque la todavía presidente del PAN-DF, y exdiputada local, Mariana Gómez del Campo, prima de Margarita Zavala de Calderón, era amiga de la presidenta del TEPJF, María del Carmen Alanís.
Ante el arrebato, Clara Brugada unificó a los grupos de la demarcación a su favor y cerraron filas para apoyarla y encontrar la solución salomónica, que luego se sacaría de la manga Andrés Manuel López Obrador, El Peje. Dado que Brugada aparecía en las boletas electorales, pero ya no era la candidata para el Tribunal, la propuesta del PRD y el propio Instituto Electoral del Distrito Federal, era que quienes votaran por Brugada en los hechos lo harían por Silvia Oliva.
Eso, de la mano de la injustificada destitución de Clara, generó el descontento de muchos grupos de la delegación —los Panchos Villa, la UPRES y otros tantos del ex MUP— avalaron la propuesta de El Peje, siempre que se hiciera efectiva con la renuncia de Juanito en cuanto éste obtuviera el triunfo en la elección del 6 de julio. El acuerdo interno de los grupos, los ciudadanos, el Partido del Trabajo —el partido que lo había registrado como su candidato—, Juanito y los iztapalapenses, impidió que el proceso electoral se desbordara. Incluso la policía capitalina se preparó el día de la elección esperando desde insultos hasta violencia entre los grupos por el ambiente tan caldeado la víspera.
La sorpresa fue que Juanito ganó y, de seguro que pocos esperaban su triunfo. La idea era que luego cumpliera su palabra y denunciara para que pronto Clara Brugada subiera a ocupar la jefatura delegacional. La realidad es que Juanito resultó el jefe delegacional electo en Iztapalapa. Esa era la parte formal, concedida luego de la sorpresiva e inesperada votación.
Con ello quedaron al descubierto varios escenarios. 1) El poder de convocatoria y persuasión de El Peje. 2) El descontento de los habitantes de la demarcación por la sustitución ilegítima por el TEPJF de Clara Brugada de la candidatura por el PRD a la jefatura delegacional. 3) El rechazo ganado a pulso por el grupo de NI, liderado por Arce en la delegación. 4) El poder de los ciudadanos y los grupos que, alineados en torno a un objetivo —en este caso el apoyo para Brugada—, pueden conseguir uniéndose por encima de las rencillas internas de un partido político; en este caso del PRD. 5) El triunfo de un candidato (Juanito) que, no obstante, luego zigzagueó intentando rechazar la prometida renuncia. 6) El restablecimiento de la legalidad en una demarcación, bajo la responsabilidad ciudadana de utilizar el voto como medida pacífica de solución de conflictos.
En fin. Que si bien serían sus propias trampas —falsificación de documentos— las que colocarían a Juanito en el banquillo de los acusados y en la tablita de la ilegalidad (amén de sus declaraciones rimbombantes, las constantes amenazas de agitar el ambiente político en Iztapalapa, y su acelerado protagonismo), tras su renuncia final todavía podría enfrentar problemas con la justicia por el alcance de sus presuntos delitos electorales y otros derivados, el hoy actor de obras teatrales resultó un fiasco porque convirtió un capital político personal en escenario para lucir sus cualidades histriónicas.
Juanito fue el ganador, pero también el perdedor. Juanito ganó puntos para su carrera en los teatros. Perdió porque dejó ir una oportunidad de crecer políticamente. Porque los elevados índices de popularidad lo encumbraron a escalas, seguramente, nunca previsibles.
Marcelo Ebrard actuó en todo tiempo con mesura. No complicó las cosas al proponer a Clara Brugada como la única candidata para ser votada por la ALDF, como la jefa delegacional sustituta en Iztapalapa. Al final, se le cerró la puerta a la corriente NI y hasta René ha dicho que se va del PRD. Ya perdió su cuota del pastel, a qué se queda. Juanito ya está en los escenarios. Pero perdió lo más por lo menos.


Correo: sgb33@hotmail.com, blog: http://lavidaespoesa.blogspot.com.
(*) Sociólogo. Exdirector del periódico El Día.

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